Los dirigentes de la Diputación no se atreven a dar plazos sobre la culminación del teatro Ramos Carrión porque «las obras son obras», aunque todo hace pensar que la infraestructura estaría lista el próximo verano a excepción de las taquillas y la plaza trasera, inmersas en problemas legales de distinta naturaleza. Actualmente, la concesionaria ha ejecutado un 20% del equipamiento y, con unos siete meses por delante, podría dejar terminado este apartado.

Así las cosas, la situación actual sigue siendo incierta. De un lado, las taquillas de la calle Ramos Carrión tienen pendiente un pronunciamiento judicial tras la denuncia de la comunidad de vecinos colindante, que reclama el derecho de luces y vistas en el corredor que separa ambos edificios en virtud de un antiguo documento. Por otro lado, lo más complejo está en la plaza-mirador, cuya altura supera la cota de la muralla, situación que ha encontrado el rechazo de la Comisión Provincial de Patrimonio.

En la comisión de Cultura celebrada anteayer, el diputado José María Barrios se basó en un acta de seguimiento de febrero de 2010 para probar que el director de obra, el arquitecto Juan González Mariscal, «ha sido el responsable del error en la plaza trasera. Hemos apartado la dirección facultativa porque no han sido capaces de dar solución a este problema», explica Barrios. Actualmente, varios técnicos de la institución con apoyo externo redactan un nuevo proyecto de legalización, que comprenderá la demolición de una parte indeterminada de la plataforma que cubrirá la ampliación del teatro a centro de congresos.

Durante la reunión de Cultura, el diputado Francisco Molina volvió a ser muy crítico con la gestión del Ramos. En particular en el error de altura de la zona trasera, que Molina achaca a una orden directa del presidente Fernando Martínez Maíllo. «Las películas de Molina no nos interesan, nosotros atendemos a la realidad», ha respondido el vicepresidente Barrios a las dudas del representante de Izquierda Unida.