Son asequibles para el bolsillo, variadas, se puede aprender y además cada año hay mayor variedad. Las asociaciones de vecinos de los barrios de la capital han visto cómo este curso se ha incrementado el número de matrículas en las distintas actividades que ofrecen los colectivos vecinales cada año. Desde las tradicionales manualidades o encaje de bolillos que no faltan en ninguna asociación hasta incluso el aprendizaje de inglés, pasando por informática, bailes latinos y regionales, artes marciales, castañuelas o yoga.

El abanico de posibilidades es muy amplio y el aumento de alumnos se debe, principalmente, a la situación de crisis que viven muchas familias en los últimos meses, ya que los precios de las matrículas son mínimos, partiendo de que en la mayoría de los casos hay que ser socio para acceder a este tipo de clases y la cuota ronda entre los cinco y los diez euros como máximo, aunque algunas son incluso gratuitas. «El aumento del paro entre la gente hace que tenga más tiempo libre y quiera emplearlo en alguna actividad», justifica Belén, secretaria del barrio de San Lázaro. De hecho, algunas de esas clases se convierten también en oportunidades para formarse de cara a futuras salidas profesionales a un precio asequible, como es el caso de corte y confección, informática o el aprendizaje de idiomas como inglés o portugués, que se ha extendido en este nuevo curso.

A pesar de que las subvenciones a las asociaciones de vecinos se han reducido en el último año, estas han podido incluso incrementar el número de actividades que ofrecen a los vecinos. «Es para demostrar al Ayuntamiento que podemos hacer las cosas administrando lo poco que tenemos», subraya Artemio Pérez, presidente del barrio de Pinilla.

El esfuerzo que realizan las asociaciones de vecinos para poner en marcha cada año este tipo de clases para los socios también se traslada a los monitores de las distintas actividades. «La mayoría de ellos cobran una cuota simbólica», asegura la presidenta de la asociación de vecinos de Los Bloques, Sonia Rego, quien exige que esta «labor social» que se hace con los vecinos «se vea reconocida. Es un servicio que debe ser valorado, como el que realizan otro tipo de asociaciones de la ciudad», compara.

Un problema que preocupa a todos los presidentes de las asociaciones de vecinos es si el próximo curso podrán seguir con este tipo de actividades, ya que las subvenciones municipales corren peligro y aunque pequeñas, sirven para cubrir los gastos, en la mayoría de los casos, de luz, calefacción y agua de los locales que tiene cada asociación. De hecho, el presidente del barrio de La Horta, Miguel de la Peña, recuerda que antes el Ayuntamiento «llegaba a subvencionar una actividad de cada asociación», una costumbre que ya se ha perdido.

«No vivimos de la subvención del Ayuntamiento, pero ayuda a ir tirando, aunque el mayor gasto sale de las cuotas de los socios», reconoce el presidente del barrio de San José Obrero, Ángel Calleja. De momento, las actividades del curso 2012-2013 están aseguradas gracias al afán y el trabajo de la asociaciones de vecinos de la capital para beneficio de los vecinos.