Meses después de la irrupción mediática del famoso claustro de Palamós, la familia zamorana de Ignacio Martínez pudo identificar al anticuario en la portada de este diario. «Cuando lo vi, supe que era mi tío», reconoce Paquita Lozano, zamorana de 85 años que vive en el centro de la ciudad. Desde entonces, guarda con mimo cualquier publicación sobre Ignacio. Paquita vivió de niña con su familiar en Madrid, aunque nunca fue consciente de la construcción de las galerías de piedra. «Él era el número uno, era capaz de eso y de mucho más», rememora la sobrina, que se deshace en elogios hacia su tío.