Podría ser, por méritos propios, una de las zonas más turísticas de la capital. El barrio de La Horta cuenta no solo con el románico tan característico de la ciudad, con los templos de Santa María de La Horta o Santo Tomé, la cultura de la provincia atesorada en el Museo de Zamora o el encanto de sus calles empedradas y la antigua muralla que rodeaba la ciudad. Sin embargo, el barrio no se ha convertido en lugar de paso habitual de los turistas, a pesar de su cercanía con el centro, accediendo por la calle Balborraz.

La razón, según sus vecinos, es que la imagen de esta zona de la ciudad no es la adecuada para atraer a los visitantes, a pesar de las obras de rehabilitación de las calles que se hicieron hace seis años. El principal problema son los solares abandonados que se multiplican por las calles del barrio, con la consiguiente suciedad y acumulación de escombros que allí se generan. Una imagen que se agrava en los meses de verano, ya que el calor hace que los olores de las basuras sean más persistentes, aparte del hedor que se desprende del alcantarillado en algunas zonas, por la ausencia de sifones.

Todas estas circunstancias se unen para ser un «espantaturistas», en palabras del presidente de la asociación de vecinos del barrio, Miguel de la Peña, quien no entiende «cómo el Ayuntamiento no ha tomado todavía cartas en el asunto».

Siglos de historia

Una de las visitas obligadas para los nuevos visitantes es el Museo de Zamora, ubicado en la plaza de Santa Lucía, para conocer algunos de los tesoros de la provincia, como el de Arrabalde, y saber algo de la historia de la ciudad a través de sus legados a lo largo de los siglos. Además, el propio edificio, unido al palacio del Cordón y a la iglesia de Santa Lucía, es ya un tesoro arquitectónico en sí. Abierto en el verano de 1998, fue un proyecto llevado a cabo por el estudio de los prestigiosos arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, fallecido de manera repentina este mismo año. El diseño les valió el Premio Architecti de Portugal y el galardón de Arquitectura de la CEOE, además de quedar finalista en el V Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe.

A la amplia colección del Museo de Zamora se ha unido este año como otro reclamo turístico en el barrio de La Horta el Museo Diocesano, que ha aprovechado como sede la rehabilitada iglesia de Santo Tomé, gracias al programa de la Junta de Castilla y León, Zamora Románica. En su primer mes de vida superó los seiscientos visitantes, principalmente de Salamanca y Madrid, que descubrieron las 134 piezas que componen la colección. Desde escultura hasta pintura religiosa, pasando por platería, orfebrería, metalistería, mobiliario y objetos pétreos salidos de la imaginación y las manos de artistas de la talla de Gregorio Fernández, Pedro de Mena, Juan de Montejo el Viejo o Juan Ruiz de Zumeta.

La iglesia de Santo Tomé no es el único templo de la zona que ha sido restaurado a través del programa cultural de la Junta. El que da nombre al barrio, Santa María de La Horta, también ha tenido ese «lavado de cara» de los especialistas para mostrar una imagen más cercana a la que tenía en el siglo XII, cuando fue construida a orillas del Duero. Además, durante esta restauración se pudieron visitar las obras a través de los andamios, con visitas guiadas de la mano de los expertos.

Mención aparte merece la iglesia de San Leonardo. Declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Castilla y León, se permitió su rehabilitación hace tres años y, como curiosidad, uno de sus relieves descansa en el Museo Los Claustros de Nueva York, dependiente del Metropolitan Museum.

El permiso del a Junta dio vía libre al proyecto de complejo hostelero para el templo que tenía un empresario local. Sin embargo, las obras llevan tiempo paralizadas en la plaza del mismo nombre, convirtiendo la zona en un lugar intransitable que da una imagen poco atractiva a la zona.

De esta manera, el templo se une al número de solares abandonados que pueblan el barrio, más de 200 según los cálculos de la asociación de vecinos, a los que hay que sumar medio centenar de casas abandonadas. Estos terrenos, totalmente desatendidos «lo único que hacen es acumular basuras y ser foco de infecciones», alerta De la Peña.

Olvido del pasado

Para el historiador Miguel Ángel Mateos, el barrio de La Horta, «es el gran olvidado de Zamora», al tiempo que reivindica su pasado «urbano y vital», ya que esta zona llegó a tener una importante actividad comercial, en calles como Balborraz o La Manteca. Según el historiador, se han dejado perder «referencias clave» del barrio, como «su pasado morisco y fundamentalmente judío».

En este sentido, lamenta que ya no queden restos ni de la sinagoga que había en el barrio ni de los baños musulmanes, de los que apenas hay rastro, precisamente en la calle Baños del barrio.

Con esta perspectiva, el barrio de La Horta «ha quedado como un gueto deshabitado», que se podría haber revitalizado con la ocupación de solares y viviendas, en vez de construir en otras zonas de la ciudad. Una alternativa que sería buena tanto para la economía como para el turismo.