Aunque murió cuando no había cumplido un año, José Luis Encinas Hernández siempre tuvo muy presente la figura de su abuelo Ricardo, médico durante años en Pereruela y todo el contorno. Maletín en mano, cargado con unas pocas herramientas, el doctor Encinas se desplazaba en su moto „más tarde en uno de los primeros coches que rodaron por los caminos sayagueses„- a visitar a los pacientes. Era un médico de pueblo al uso, que igual atendía un parto que suturaba una herida, practicaba una cirugía básica, reparaba una fractura o diagnosticaba una neumonía. Puede que si al respetado doctor alguien le hubiera sugerido que cincuenta años más tarde sería posible entrar en el útero de una gestante y operar al feto, le hubiera tomado por loco.

Pero la realidad es que dos generaciones después, su nieto, José Luis Encinas Hernández, adjunto de Cirugía Pediátrica en el Hospital de La Paz en Madrid, practica una de las técnicas más avanzadas en el campo de la Medicina. No es ciencia-ficción. Es la cirugía que posibilita la intervención en el feto durante el embarazo y que ayuda a mejorar la calidad de vida de muchos niños. Con un instrumental milimétrico junto a un equipo multidisciplinar de profesionales, este prometedor cirujano zamorano de 38 años interviene sobre ese apenas medio kilo de vida en peligro.

¡Qué diría su abuelo si viera esto! «Pues me lo he preguntado muchas veces en alto delante de mi padre (jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Puerta de Hierro de Madrid) "¿qué le parecería esto al abuelo Ricardo?", y él me contesta "no se lo creería". Si le enseñásemos algunas de las imágenes de escáner o resonancias magnéticas que se hacen ahora estaría impresionado. ¡Se ha avanzado tanto€!».

El abuelo Ricardo, don Ricardo Encinas, y también su padre, José Luis Encinas Martín, influyeron de forma determinante en la carrera de este joven cirujano, uno de los especialistas que existen en España en la práctica de procedimientos quirúrgicos a través del útero materno que ha posibilitado la supervivencia de muchos niños que no sobrevivirían o lo harían con importantes secuelas.

El doctor Encinas Hernández vino al mundo en el Virgen de la Concha. Hijo de José Luis, nacido en Riego del Camino, criado en El Perdigón y actual jefe del servicio de Oftalmología del madrileño Hospital Puerta de Hierro, y de Antonia, natural de Bermillo, donde vive, y maestra como sus progenitores, Atilano Hernández y Pilar Salvador. Aunque se crió en Madrid, a donde sus padres se trasladaron siendo él un niño, José Luis Encinas allá donde se encuentre no olvida de donde partió ni las raíces que inspiraron lo que es hoy. «En la familia había muchos médicos, así que desde pequeño ya sabía por dónde iban a ir los tiros». Por encima de todo se quedará siempre con la faceta humana de su abuelo; «aparte de ser un buen médico, todo el mundo le recuerda por su cariño y cercanía».

Cualidades que ha querido emular quien es el tercero de una generación de galenos, que a diferencia de su padre y su abuelo, licenciados en la Universidad de Salamanca, estudió la carrera en la Autónoma de Madrid. Después hizo la residencia en el Hospital La Paz como cirujano pediátrico.

¿Por qué eligió esta especialidad? «Porque es muy variada, abarca muchas especialidades quirúrgicas. En adultos cada enfermedad suele tener una particular, pero en los niños está casi todo junto en la misma persona y a mí eso me recordaba un poco a la figura del cirujano antiguo, que operaba lo que le tocaba».

Movido por la inquietud y el deseo de afianzar su carrera, hace siete años el doctor Encinas comenzó a formarse en una terapia muy novedosa, emergente y altamente compleja como son los procedimientos fetales, todo un desafío en el campo médico que viene a considerar al feto como un paciente. «Vino por la necesidad que teníamos en el Hospital de tratar ciertas malformaciones y había un programa muy fuerte que surgió en el Vall d´Hebrón de Barcelona hacia el año 2005; en España entró de la mano de ellos y eso impulsó a mi jefe Juan Tovar a proponerme desarrollar en La Paz este tipo de cirugía». Alguna «culpa» de ello tuvo el doctor Antonio González, también zamorano (acaba de recibir un premio «Tierras de Zamora») y recientemente jubilado como responsable de Ginecología y Obstetricia de La Paz. «Ha sido el jefe durante muchos años y la primera persona con la que fui a hablar para empezar a formarme; me ha apoyado y ha estado muy presente en estos avances» confiesa.

Así, el doctor Encinas junto a los doctores Herrero y Rodríguez, realizó

algunas de las primeras intervenciones sobre fetos en el Hospital de La Paz donde se ha consolidado la Unidad de Medicina Fetal con un experimentado equipo de anestesistas, obstetras y neonatólogos que han conseguido mejorar la esperanza de vida de muchos neonatos. «La reciente llegada de nuestro compañero José Luis Bartha, que viene a sustituir al doctor González, ha sido muy importante. Con él hemos recorrido en meses un camino que generalmente se recorre en años».

José Luis Encinas se formó durante un año con especialistas de Estados Unidos, pioneros de este gran avance médico emprendido por cirujanos de California que realizaron los primeros experimentos con animales en los años 80 y las operaciones en fetos humanos en los 90. Estuvo inicialmente en el Hospital de la Universidad de California (San Francisco) para completar la formación en Filadelfia. «Fue una experiencia extraordinaria, aprendí muchos procedimientos», recuerda. Pero sobre todo incorporó unos conocimientos que han ayudado a mejorar la supervivencia de niños en casos condenados a no nacer o a hacerlo con importantes malformaciones.

El doctor Encinas se nutrió también de la experiencia de José Luis Peiró, uno de los precursores de la cirugía intrauterina en España que impulsó en el año 2001 la Unidad de Cirugía Fetal en el Vall d´Hebrón de Barcelona. «No solo hemos compartido a los pacientes, la colaboración es total y si es necesario operamos juntos en ciertos casos». Aunque se trata de una terapia todavía emergente en España „hay unas pocas unidades especializadas en La Paz, el 12 de Octubre y el Gregorio Marañón de Madrid; el Vall d´Hebrón y el Hospital Clínic de Barcelona, y en el Virgen del Rocío de Sevilla„, cada vez son más los profesionales que se forman en esta disciplina médica y crean grupos en otras provincias.

¿Cómo se enfrenta un cirujano a una técnica tan novedosa? «Al principio con un respeto enorme porque los casos que se tratan son muy límites». Si se ha podido llegar a detectar esas malformaciones de forma tan prematura ha sido gracias a los grandes avances de las técnicas diagnósticas en ecografía y en resonancia magnética. «Ahora hay unos ecógrafos mucho más potentes, con gran definición y los obstetras avanzan constantemente en técnicas diagnósticas. La resonancia magnética ha ayudado mucho también. No produce radiaciones y diagnostica con precisión muchas enfermedades fetales».

Entre las patologías más comunes que detecta el diagnóstico prenatal se encuentran los derrames torácicos producidos por un acumulo de líquido en el tórax que se solucionan, mediante ecografía, con pequeños dispositivos que drenan el líquido. También es frecuente el llamado síndrome de transfusión feto fetal que se presenta en gemelos que comparten la misma placenta y cambian la sangre entre ellos; o bien uno no la recibe o recibe demasiada. En este caso, con un láser se coagulan los vasos de la placenta. Si no se detecta a tiempo en muchos casos está en juego la vida de los niños. Hay también niños con problemas de vía aérea, que tienen dificultades para respirar; «podemos parar el parto y actuar mientras la madre sigue oxigenando al niño a través del cordón umbilical».

Los procedimientos de medicina fetal permiten además tratar patologías gastrointestinales, del sistema urológico, tumores que pueden poner en peligro la vida del feto y en algunos casos se trata de mejorar el desarrollo del cerebro. Los especialistas establecen un periodo de menor riesgo para actuar a lo largo de la gestación. «Operar antes de la semana 18 es muy difícil porque el tamaño del feto es muy pequeño y el tejido muy frágil para poder actuar. Y por encima de la semana 34 es mejor provocar el parto y tratar la enfermedad cuando el niño ya ha nacido». Ante «pacientes» tan frágiles y diminutos, es necesario utilizar un instrumental sumamente pequeño. Está diseñado por una firma alemana que ha ido adecuando los aparatos a lo largo de muchos años de experiencia hasta conseguir que sean lo menos invasivos posibles. «Es un material muy caro, lo tratamos como oro en paño», cuenta el doctor Encinas. Llegan a ser tan delicados que en ocasiones es hasta necesaria la presencia de un técnico en el quirófano para solucionar un imprevisto.

¿Cómo se enfrentan unos padres, una madre, a una intervención sobre el ser que lleva dentro y que en ciertos casos conlleva una cirugía en la propia gestante? «Ellos tienen que estar muy convencidos, saben que lo hacemos para tratar de salvar al niño; pero nos enfrentamos al dilema ético que supone actuar sobre una persona que está sana para tratar a un enfermo que tiene pocas posibilidades de salvarse. Es una decisión difícil y damos toda la información a los padres porque tenemos que contar con su apoyo». La experiencia ha demostrado que la lucha por la vida de un hijo se sitúa por encima de miedos y riesgos.

Cuenta el doctor Encinas que el grado de éxito de este tipo de intervenciones. «Depende de la enfermedad que tratemos. Las hay con unos éxitos enormes y existen intervenciones muy extremas que a pesar del riesgo los padres aceptan». No es el mismo en todos los casos. «Hay procedimientos más sencillos, guiados exclusivamente por ecografía, muy poco agresivos para la madre, que son los más comunes. Los hay más complejos, en los que tenemos que servirnos de cámaras muy pequeñas, de un milímetro o milímetro y medio, que metemos dentro del útero de la madre, para poder actuar sobre el feto». Las intervenciones más difíciles rozan casi la proeza, aunque también son muy infrecuentes. Se trata de una auténtica cirugía fetal abierta, lo que implica «una operación en la madre, como si fuera un cesárea, para abrir el abdomen y extraer el feto, actuar sobre él, reintroducir el feto dentro del útero, cerrar las heridas y permitir la continuidad de la gestación».

Son operaciones complejas y con alto riesgo que requieren de la participación y perfecta coordinación del equipo multidisciplinar, actuando con precisión y rapidez. Todo un desafío en el campo médico. Si hay que recordar un momento especial, el doctor Encinas se queda con un caso reciente. «Recientemente tuvimos un caso muy difícil con pocas posibilidades de ser tratado. Los padres habían intentado durante años tener este hijo y a pesar de las constantes malas noticias que les dábamos nos instaron a realizar el procedimiento. Además de lo particular del caso, tuvimos problemas con el material. Sin embargo, de repente conseguimos en cinco minutos lo que llevábamos intentando dos horas. Fue una enorme alegría para todos».

Pese a la trayectoria relativamente reciente de la cirugía intrauterina en España, «en estos momentos, en España somos capaces de hacer los mismos procedimientos que en Estados Unidos» cuenta el doctor Encinas. Y se seguirá mejorando. Hay revistas especializadas que ya revelan los avances notables desde que esta cirugía comenzara a experimentarse hace tres décadas en Estados Unidos. Con 38 años y toda una carrera profesional por delante, José Luis Encinas tendrá mucho que decir y que aportar ante el gran desafío que supone curar antes de nacer.