Su destino en Talavera la Real, en la provincia de Badajoz, era un destino transitorio, una parada en la brillante carrera militar del comandante del Ejército del Aire, Ángel Álvarez Raigada, fallecido ayer en esa localidad en un accidente, cuando desarrollaba su trabajo como instructor de vuelo en F-5. A sus 38 años, el joven zamorano, «Tito», natural de Coreses, donde vivió con su abuela hasta los tres años antes de trasladarse con sus padres a Zamora capital, tenía un sobresaliente curriculum. Labrado a base de «muchos codos, estudiaba mucho, cogía los libros y a todo trapo», y favorecido por su gran capacidad intelectual, «era muy inteligente, hablaba ocho idiomas», destacaba ayer su padre, Ángel Álvarez, que reside en el municipio zamorano. Y no se resiste a elogiar al hijo, «¡fíjate, que era comandante con 38 años!».

Ese expediente le llevó hasta Estados Unidos para trabajar como instructor de pilotos de la OTAN. Allí permaneció durante tres años con su esposa y su hija (de seis años), hasta que el verano pasado decidió regresar, a punto de ser padre de su segundo hijo, un niño, recuerda su tía Isabel Álvarez. Antes de llegar a Badajoz estuvo destinado en Albacete y recientemente le habían propuesto irse a Madrid, pero «lo rechazó para poder seguir volando», temía acabar realizando otras labores alejadas de esa actividad, explica su tía.

Hoy, a las 13.00 horas tendrá lugar el funeral en la base de Talavera la Real, donde está previsto celebrar un desfile de honor antes de incinerar su cuerpo. Su esposa trasladará las cenizas a La Rioja, donde «Tito» vivió desde los 14 años, llegado desde la capital zamorana con sus padres y sus hermanos pequeños, trillizos de 36 años de edad. La familia que reside en Zamora se trasladó esta madrugada hasta Badajoz.

Ángel Álvarez Raigada realizó con 18 años las pruebas de acceso a la Academia de Zaragoza, donde se formó para colmar su vocación de volar, «para ser piloto». «Pudo hacer ingeniero de caminos, pero al final se decidió por esto», explicaba su padre a las puertas de la vivienda familiar de Coreses, donde su abuela, de 83 años, que le crió hasta que «Tito» tuvo tres años, permanecía arropada por sus otros hijos y nietos. El zamorano era tutor de prácticas de vuelo en la base aérea de Badajoz, donde los alumnos de quinto curso realizan sus prácticas para formarse como pilotos de combate.

Cuando la trágica noticia se extendió por el pueblo, a partir de las cinco de la tarde, los vecinos, conmocionados por el triste final de «Tito», se aproximaban a la casa familiar para transmitir sus condolencias. «Si hubiera ido como piloto, no habría fallecido», lamentaba el padre. En el accidente, el cuarto mortal desde 2000, resultó herido el alférez y alumno Sergio Santamaría, nacido en Villoruela, Salamanca. El F-5 en el que viajaban se precipitó contra el suelo cuando regresaba a su base de Talavera la Real, maniobra iniciada cuando sus ocupantes detectaron un fallo en el motor izquierdo. La Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares trata de determinar cuál pudo ser la causa del mismo. Este tipo de aviones de combate, supersónicos y ligeros, se usan para formar a pilotos del Ejército del Aire, al estimar que son idóneos para formación en el pilotaje de cazas de nueva generación. La pista de aterrizaje que comparte la base militar con el aeropuerto civil permanecía ayer tarde cerrada y se habían suspendido vuelos regulares.