Aparejador vinculado a la restauración de bienes patrimoniales, Jesús García Maldonado se interesó por el origen del claustro de Palamós cuando vio las imágenes y reconoció el material con la que había trabajado durante toda su carrera: piedra de Villamayor. Su teoría relaciona al arquitecto Ricardo García Guereta, que restauró el claustro de la Catedral de Salamanca en los años veinte, con el anticuario zamorano Ignacio Martínez. De aquella relación, García Maldonado cree que surgió el negocio frustrado, aunque faltan cabos por atar. Aún así, este licenciado en Historia del Arte está convencido de que «pronto daremos con la verdad».

-¿Dónde empieza su interés por el claustro de Palamós?

-Cuando la Fundación Santa María la Real cuelga fotos de alta resolución del claustro después de la visita, me doy cuenta de que se trata de piedra de Villamayor?

-¿Por qué?

-Por la textura, por el color, porque, personalmente, llevo más de treinta años conviviendo con esta piedra. Trabajo en la restauración de este tipo de piedra y he visto cómo se hacían barbaridades en su tratamiento aquí en Salamanca. Es una piedra casi única por su matriz arcillosa y en contacto con el agua se produce un fenómeno muy típico, la arenización. Los granos de cuarzo pierden la ligazón y se desprenden al pasar la mano. Se llevó, por ejemplo, para hacer la reconstrucción del templo de Debod en Madrid y ya está teniendo problemas al ser un material muy equilibrado con el clima en el que convive. Su traslado produce problemas serios.

-Piedra de Villamayor? y no de Jambrina?

-Yo no he visto el claustro más que en fotografías, a mí me parece de Villamayor y no de Jambrina, aunque son muy similares. Lo importante es que esta piedra es única y solo puede salir de aquí.

-¿Dónde arranca su investigación particular?

-La Generalitat dice que hay elementos originales sin precisar cuáles. Si tenemos piedra de Villamayor y piezas románicas, me voy automáticamente a los dos únicos claustros románicos que había en Salamanca: la Catedral de Salamanca y el colegio de Nuestra Señora de la Vega. Ambos tenían relación a través del Obispado y los dos desaparecieron a lo largo del siglo XVIII. Solo queda una supuesta arcada en el colegio monasterio, aunque Gómez Moreno llegó a decir que esas piezas procedían de la propia Catedral Vieja, cuyo claustro fue desmontado por los Quiñones. El padre y el hijo eran muy barrocos y el románico no les pegaba allí.

-No se sabe dónde está aquel claustro románico?

-No se sabe. En mi caso, estoy intentando revisar un estudio arqueológico que se hizo años atrás en la Catedral. Estoy convencido de que alguien se tuvo que interesar por los restos del claustro cuando lo desmontaron e impidió que desaparecieran. A principios del siglo XX, el arquitecto Enrique María Repullés intenta recuperar la esencia medieval del edificio y retira todos los elementos barrocos.

-Y en los años veinte llega la reforma de la Catedral?

-Precisamente, después de Enrique Repullés llega Ricardo García Guereta. Este arquitecto trabaja en el Palacio Episcopal de Astorga que había diseñado y comenzado Gaudí y entable buena relación con el obispo García Alcolea, que llegó incluso a casar a su hija. A García Alcolea lo nombran obispo de Salamanca y seguramente por esto contrata a García Guereta para sustituir a Repullés cuando este muere.

-Ricardo García Guereta vive en Ciudad Lineal en esta época, ¿cómo dio con ese dato?

-Precisamente por la revista «Ciudad Lineal», digitalizada en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Esta publicación registraba todo lo que sucedía en este barrio madrileño impulsado por Arturo Soria, aquel sueño arquitectónico. Con el tiempo la ciudad no prosperó, pero a principios del siglo XX, el barrio contó con una revista que narraba la vida de Ciudad Lineal. La publicación refleja que García Guereta compra uno de aquellos «hotelitos», como los llamaban, y también constata las cuotas que pagaban todos los vecinos, entre ellos nuestro Ignacio Martínez. La revista nos asegura que Martínez ya estaba en la calle Ángel Muñoz, al menos, desde 1928.

-Entonces, tenemos uno de los anticuarios más populares de Madrid (Ignacio Martínez) y uno de los pocos arquitectos de la época, Ricardo García Guereta?

-En la misma calle, separados por un kilómetro, lo que prueba que tuvieron que conocerse. García Guereta llega en 1925 a la Catedral para hacer dos obras: la primera, la reparación de la Torre del Gallo, cuya cúpula es similar a la de Zamora o Toro, que no llega a acabar Repullés.

-El otro proyecto...

-La reparación del claustro, afectado por las goteras. García Guereta era un hombre muy preparado, buen dibujante, conocedor de la historia. El arquitecto optó por la reconstrucción historicista de los monumentos siguiendo la corriente del francés Violet-le-Duc, opuesta a la conservación de las ruinas defendida por el inglés Ruskin.

-Ya en Salamanca, García Guereta pudo acceder a los restos que formarían parte del actual claustro de Palamós, que pudo completar con piezas nuevas?

-Sí, aunque no creo que esas piezas nuevas las hicieran los canteros que trabajaban en la Catedral allí mismo. Lo más lógico es que el cabildo les preguntaran qué hacían trabajando para otros. De lo que estoy seguro es que fueron los mismos canteros que trabajaban allí con Guereta.

-¿Ha buscado por otros ámbitos?

-Estoy buscando en muchos sitios, incluso en la Seguridad Social para encontrar empresarios canteros de aquella época, qué plantilla tenían? O para saber si el Instituto Nacional de Previsión (INP) tiene datos de alguno de los personajes de esta historia, como el propio Ignacio Martínez, algo que me parece difícil.

-A modo de conclusión, ¿qué le dice su intuición del enigma de Palamós?

-Mi drama personal es que no he podido ver el claustro en Gerona y sentir esa piedra... En todo caso, yo estoy convencido que esa piedra ha salido de la Catedral de Salamanca. No es nada probable que compraran la piedra aquí y la llevaran a Madrid, pero dos transportes, con lo caros que eran, para hacer un negocio?

-Por lo que ha estudiado hasta ahora, ¿hay algún dato que eche abajo su teoría?

-No hay ninguna razón, por el momento. Las piedras de aquel claustro románico tienen que estar en alguna parte.

-¿Cree que alguien dará con el origen y terminará esta historia?

-Estoy convencido de que así será.