El Duero y sus afluentes supusieron una fuente inagotable de riqueza a lo largo del primitivo Valle del Duero, desde el extremo oriental de Castilla y León hasta su desembocadura en Oporto. Los poblamientos prehistóricos de la zona no fueron menos importantes que los conocidos abrigos y cuevas de la cornisa cantábrica o los célebres yacimientos del litoral mediterráneo, pero sí han sido menos estudiados. Como contrapeso, más de un centenar de jóvenes investigadores realizarán novedosas aportaciones en las II Jornadas que organiza la asociación Zamora Protohistórica en León del 25 al 27 de octubre.

El colectivo ya ha confirmado la presencia de 115 participantes de España, Portugal y Francia entre arqueólogos, historiadores o expertos en patrimonio. Juntos tratarán de abrirse paso en el desconocido Valle del Duero a lo largo de una vasta etapa que arranca con el Neolítico y finaliza a las puertas de la colonización romana. «El Duero es una fuente de comunicación y por eso lo hemos establecido como hilo conductor de las jornadas», explica José Carlos Sastre, responsable de Zamora Protohistórica. Sastre delimita el territorio de estudio a la «práctica la totalidad de la comunidad de Castilla y León y el norte de Portugal, desde Miranda do Douro hasta la desembocadura en Oporto», un área geográfica con «semejanzas y divergencias» en función del lugar y la época.

Una zona geográfica que experimentó también uno de los cambios evolutivos clave para la humanidad. Los primitivos hombres que cazaban, pescaban y recolectaban frutos silvestres comenzaron a producir alimentos con el ensayo de los primeros cultivos agrícolas y de arcaicas formas de ganadería. Para entender aquel periodo es necesario viajar en el tiempo unos ocho mil años atrás cuando aparecen las primeras sociedades neolíticas en Europa y en la Península Ibérica.

Al calor del Valle del Duero, Zamora. Al contrario de lo que muchos piensan, la provincia fue un territorio poblado en el que existen diversos yacimientos que han aportado «mucha información» y otros más desconocidos, «no porque estuvieran despoblados, sino porque apenas hay estudios», explica José Carlos Sastre. «Se conocen cosas por obras de urgencia, por prospecciones, faltan excavaciones, pero se están trabajando ahora mismo estos aspectos», detalla.

Los pobladores neolíticos evolucionaron y formaron las primeras sociedades con la llegada de los metales, primero el cobre, después el bronce y finalmente el hierro. De todo aquello existen evidencias materiales en la provincia. El arqueólogo José Carlos Sastre cita algunos de los principales yacimientos, los más conocidos porque también son visitables. En esa lista no puede faltar el castro de Las Labradas, donde fue hallado el fabuloso tesoro de Arrabalde que hoy expone el Museo de Zamora.

También han de figurar las excavaciones de La Corona-El Pesadero de Manganeses de la Polvorosa, los dólmenes del valle de Vidriales o el castro de As Muradellas en Lubián. Asimismo, los arqueólogos de Zamora Protohistórica han realizado trabajos en Peña de la Cerca (Rionegrito) y El Castillón (Santa Eulalia de Tábara), en fase de estudio desde hace cinco años.