Con menos libreros que en ediciones anteriores, pero con la misma ilusión, arranca hoy la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. El presidente de la Asociación de Libreros de Viejo y Antiguo de Castilla y León, Rafael Moral, analiza la situación del sector.

-¿Cómo afrontan esta nueva edición de una feria tan tradicional?

-Llevamos ya más de veinte años con esta feria, pero este año se trata de una edición muy comprometida, con menos profesionales que en años anteriores. El Ayuntamiento colabora con nosotros cediéndonos el espacio, de lo cual estamos muy agradecidos, pero somos nosotros mismos quienes asumimos los gastos de montaje, luz y mantenimiento.

-Tampoco ayudará la actual situación de crisis.

-Con la situación económica actual que se vive en todo el país en general las ventas se han reducido y eso ha llevado a que muchos compañeros no se hayan sumado a esta iniciativa. Al final hemos podido congregarnos cuatro librerías, a la que hay que sumar una iniciativa solidaria.

-¿En qué consiste?

-Se trata de la ONG Azacán que funciona de momento a nivel de la comunidad y tiene su sede en Valladolid. Ellos acaban de poner en marcha un proyecto de creación de bibliotecas en los países más desfavorecidos del Cono Sur, para que la gente de allí pueda consultar libros. Y eso quieren llevarlo a cabo con los fondos que pueda ir entregando la gente que se quiera deshacer de libros y de lo que saquen vendiendo otros ejemplares, a precios que rondan entre el euro y los dos euros. Algo parecido teníamos el pasado año ya, cuando habilitamos una caseta que denominamos «hospicio del libro», donde recogíamos libros a gente que quería deshacerse de ejemplares. Esta ONG quiere así dar una segunda oportunidad a los libros.

-¿Qué caracteriza a los libreros de estos negocios tradicionales?

-Nos une lo que une a este tipo de ferias, el tener libros descatalogados, que están ya fuera de mercado. No tenemos los típicos libros que están en las librerías normales, porque las editoriales los han descatalogado o saldado. O se trata de libros de segunda mano. Los que hemos venido nos conocemos y sabemos cuál es el género que llevamos cada uno, así que la feria será bastante heterogénea.

-¿Y el tipo de público que acude a este tipo de ferias tiene alguna particularidad?

-La verdad es que es una feria para todos los gustos. Nosotros no vivimos de los «best sellers», sino del libro en general. Aquí tiene que venir todo el mundo que le gustan los libros para buscar y rebuscar. Por eso estas ferias suelen durar quince días, para que la gente venga más de un día a mirar cada caseta e incluso entrar dentro, donde guardamos los libros más antiguos, de más de cien años. Parece que solo están expuestos, pero pueden entrar a preguntar y ojearlos, porque también están a la venta.

-¿Se puede encontrar alguna joya escondida?

-Es mejor que vengan a descubrirlo ellos mismos.

-¿Es positivo para la venta que coincida con las fiestas de La Concha?

-Sobre todo intentamos que se organice en fechas que esquiven el invierno de Castilla y León y no coincidan con las ferias de libro nuevo que tiene cada localidad, porque así además la gente las puede diferenciar.

-¿Todavía cuesta diferenciarlas?

-Por ejemplo, algunos nos preguntan todavía por descuentos, cuando no los tienen porque ya son más baratos al ser de saldo. Y a los libreros de nuevo también les pasará que les pidan libros de menor precio. Intentamos que la gente aprenda a diferenciar unos ejemplares de otros, aunque a veces les cueste.

-¿Qué futuro le espera al libro con la era digital?

-Es difícil aventurar lo que va a pasar, pero creo que la batalla está perdida por parte del papel, sobre todo en cuanto a libro de consulta. Puede quedar el convivir el libro con el soporte digital sobre todo a nivel de literatura y conservando el libro como un objeto de culto y un espíritu muy romántico. Esto puede terminar siendo bueno para el libro en cuanto que creo que las ediciones que quedarán serán más cuidadas y mejor hechas, aunque quizá más caras también. Pero las librerías como ahora mismo las conocemos van a desaparecer.

-¿Será entonces el momento de reinventarse?

-Por supuesto. Quizá los libreros de viejo subsistamos una temporada más, pero también nos acabaremos reconvirtiendo. Subsistiremos porque tenemos un mercado en Internet de libros descatalogados que la gente no suele encontrar y es lo que nos hace funcionar, aparte de este tipo de ferias.

-¿En qué momento habrá que dar el paso?

-Afortunadamente se ha parado ahora un poco por la crisis y no ha ido a la velocidad que tenía que ir, sobre todo el tema del e-book. La clave está en saber convivir. Seguramente acabemos haciendo libros como en el siglo XVII y XVIII, que eran verdaderas joyas y obras de arte. Quizá sea bueno en ese sentido, aunque así llegará a un público con un mayor poder adquisitivo. Pero la cultura podrá seguir llegando a través de Internet.