Los espacios abiertos en carreteras secundarias, tales como raquetas o cambios de sentido, son refugios habituales para la venta ambulante de frutas. Es fácil encontrar en la provincia diferentes mercaderes del melón, de la sandía y de todo tipo de producto hortelano apostados frente a las vías circulatorias. No obstante, un nuevo concepto ha surgido en la carretera de Cañizal, muy cerca del barrio de Pinilla. Al paso de los vehículos por esta zona se aparece la figura de Lorenzo Garrido y su motosierra. A su alrededor, más de una docena de tallas de animales que vende allí mismo a aquellos conductores a quienes consigue captar su atención. Su misión: hacerse un hueco en el circuito de artesanos españoles.

Este zamorano comenzó a esculpir figuras en madera como mero entretenimiento. En realidad, siempre fue albañil, pero hubo algo que cambió el rumbo de su vida. «La familia y los amigos veían las figuras y me decían: «Oye Lorenzo, esto tienes que enseñarlo, va a ser una bomba», así que eso fue lo que hice? Y hasta hoy», explica orgulloso. Apenas lleva un mes establecido en la carretera de Cañizal, pero reconoce que las cosas no le pueden ir mejor. «Paran coches a los que les llama la atención lo que hago y la verdad es que se van vendiendo», sostiene. Y es que Garrido no solo muestra su obra a través de la exposición, sino que, motosierra en mano, trabaja durante todo el día y a la vista de todo el mundo que por allí transita.

Aparte de vender obras de manera ambulante y por encargo para particulares, numerosos municipios se han interesado ya en la capacidad de Lorenzo para sacar auténtico petróleo de los troncos de los árboles. Moraleja del Vino ya recurrió a él hace años para tallar las ramas de unos árboles muertos que «causaron sensación entre los vecinos», explica. Además, afirma que sus obras son muy solicitadas en los diferentes mercados artesanales que tienen lugar a lo largo de la geografía del país. «A la gente le gustan mucho los toros y de éstos he hecho ya casi una decena», comenta.

De momento le va bien el negocio como vendedor ambulante, aunque reconoce que le ha tentado la idea de emigrar hacia el País Vasco, donde ha alcanzado ya cierto grado de fama. «Me han dicho que si voy a Bilbao voy a tener negocio seguro, pero mi vida está aquí en Zamora», explica solemne.

Afirma el artesano que es habitual que los vehículos paren para encargarle esculturas que les han gustado de su pequeña exposición. Pero no se le acumula el trabajo, dado que lo que tarda en realizar una de sus esculturas son «apenas unas horas», por lo que consigue mantener siempre contenta a su cartera de clientes.

En cualquier caso, lo cierto es que no deja de ser curiosa la capacidad que tiene Lorenzo para encandilar a los conductores. «Paran, ven lo que hay y les vendo alguna pieza por cerca de 200 euros», sentencia riendo.