Con 76 años de matrimonio a sus espaldas, y siguen como el primer día.

Laudelina Suárez, de 97 años y su marido, Félix Ballestero, con 103, forman una de las parejas más longevas de la provincia gracias a un solo secreto, «trabajar», subraya Laudelina, que con casi 100 años hace la comida para su esposo y para ella, limpia, plancha y pone en orden su casa todos los días, incluso se atreve con la costura, «todavía coso un poco, y saco la máquina sobre todo si es sobre blanco, que veo mejor», afirma la mujer, un buen ejemplo de la longevidad de las zamoranas, la más alta de España según el Instituto Nacional de Estadística.

De hecho, ambos superan las medias de edad que fija el estudio, que se sitúan en 86,77 años para las zamoranas y en 79,37 para los españoles en general.

Santa Eulalia de Tábara los vio conocerse y enamorarse, y mientras Félix trabajaba en Iberduero, Laudelina se encargaba de las labores del hogar, de sus dos hijos, Adela y Pepe, y «echaba una mano a la familia en las tareas del campo, atando haces de paja o lo que hubiera que hacer en cada época», explica.

Aunque llevan más de media vida residiendo en la capital a causa del trabajo de Félix, en cuanto podían volvían al pueblo, «a casa de tío Pablo y tía Mariángeles», recuerda Adela, la hija de ambos, que destaca el cariño de sus padres por el pueblo.

Años más tarde, ya con sus nietos Andrea y Paco, «nos íbamos todos los veranos a Ribadelago, donde todos disfrutábamos mucho», se pronuncia el matrimonio, con una mente y un humor envidiable que han mantenido a lo largo de los años.

Su vida transcurre tranquila en su domicilio particular, donde viven de forma autónoma y son capaces de organizar su día a día, «¡y algunos días hasta bailamos!», bromea Félix, siempre risueño y dispuesto a arrancar una sonrisa.

El trabajo, los paseos y una dieta variada en la que no falta la miel y los frutos secos, dos de los alimentos favoritos de ambos, hacen que cumplir un siglo sea un motivo de alegría para continuar su vida juntos.

El matrimonio es el vivo ejemplo de la longevidad que provoca la alta calidad de vida de la que se presume en la provincia, y aunque se acuerdan de los que ya no están, la pareja vive feliz arropada por sus familiares.