Más de 200 metros cuadrados constituyen el espacio expositivo del Museo Diocesano de Zamora que hoy abre sus puertas en el templo románico del Santo Tomé, ubicado en el barrio de la Horta. Se trata de una iglesia que carecía de culto desde hace años y que se ha restaurado recientemente gracias al programa Zamora Románica.

El centro exhibe 134 piezas artísticas entre escultura, pintura, platería, orfebrería, metalistería, mobiliario y objetos pétreos datados entre el siglo I, como estelas hispanorromanas, hasta el siglo XIX, como las obras de Ramón Álvarez. Los ejemplos de arte sacro proceden de toda la Diócesis, unas están depositadas en el Obispado desde hace años y no estaban accesibles al público, mientras que otras las han cedido parroquias en depósito e incluso las han donado particulares y comunidades religiosas desaparecidas como las Juanas o las Concepcionistas.

El relato expositivo lo configuran la escultura y pintura que presentan «el Misterio de Cristo, de la Virgen María y de la Iglesia», indica el director del Museo y responsable de la Delegación Diocesana de Patrimonio, José Ángel Rivera de las Heras.

Entre las obras, de estilos muy diversos desde arte romano y visigodo, hasta el neoclásico y el colonial, pasando por el románico, el gótico y el renacentista, destacan «La Inmaculada, de Gregorio Fernández, los bustos del Ecce Homo y de la Dolorosa, de Pedro de Mena, obras hispanoflamencas como una Virgen con el Niño o un Niño Jesús procedente del taller de Malinas», enumera Rivera, que concreta que hay obras de Gil de Ronza y de pintores como Alonso del Arco o Diego Díez Ferreras o plateros como Antonio de Burgos o Cayetano de Agándara. El director del Museo atestigua que «las dimensiones del templo han condicionado la selección de las piezas» al tiempo que subraya, en un visita para los medios de comunicación previa a la bendición e inauguración del espacio de arte sacro hoy por el obispo de Zamora, que «tan importante resulta el continente como el contenido». «Hemos querido recuperar la iglesia y hemos intentado que la cabecera se pueda ver de forma que la estructura y el montaje de la exposición no enmascare el edificio».

Junto con los elementos que se muestran de manera permanente convive una zona habilitada para exposiciones de carácter temporal que se encuentra en la entrada, donde ahora se exhiben unos lienzos de Francisco Antolínez.

La puesta en marcha del Museo Diocesano ha representado una inversión de 200.000 euros procedente de una donación testamentaria de un laico que «quería que se destinara exclusivamente para este fin». Esta cantidad ha permitido también que muchas de las piezas exhibidas se presenten recién restauradas. «Otras están de proceso de restauración y una vez concluido la inauguración volverá para someterse a la mejora y otras ya tienen un proyecto de intervención y se restaurarán en breve», concreta José Ángel Rivera.

El Museo Diocesano contará con audioguías que se entregarán al adquirir la entrada, de tres euros la general, y en breve se pondrá en marcha un pase conjunto para el Museo Catedralicio y el ubicado en la Horta.