En los años noventa, la conservadora Ángela Franco publicó un artículo que pone en evidencia la dificultad de verificar la autenticidad de una obra de arte. Tanto es así que asegura el Metropolitan de Nueva York tiene «cantidad de piezas falsas». Sin embargo, la experta en arte del Arqueológico tiene la convicción de que el claustro redescubierto en Palamós «no puede ser falso» y atribuye su origen al desaparecido monasterio palentino de Benevívere, cuyo estilo guarda relación con un capitel que conserva el museo madrileño. El personaje clave en esta apasionante historia, el anticuario zamorano Ignacio Martínez, vendió alguna pieza al Arqueológico. Ángela Franco constata que se trata de una pila románica que ella misma publicó en el tomo de Aguilar de Campoo de la Enciclopedia del Románico.

-Háblenos del interesante artículo que dedicó a mostrar la dificultad de comprobar la autenticidad de las obras de arte.

-Recuperé distintos objetos de varios momentos históricos que son falsificaciones. Para comprobarlo, sobre todo en el caso de los marfiles, debemos atender a la mezcla de estilos. Cuando esto ocurre, queda claro que el falsificador no conoce lo suficiente el estilo original. En todos los museos hay falsificaciones, solo hay que acudir al Metropolitan de Nueva York. Aquí tenemos algún cinturón visigodo que no responde a las técnicas del siglo VI.

-Le pregunto por las falsificaciones porque hay expertos que creen que el redescubierto claustro de Palamós no es medieval. ¿Cómo ha asistido a este fenómeno?

-No he tenido la oportunidad de ver el claustro en Palamós, pero sí conozco la información que el profesor Gerardo Boto publicó el año pasado en la revista de Amigos del Románico. Una vez que lo pudo ver con el arquitecto Peridis, habla de una manera más concreta de la obra y se refiere a aspectos que me han llamado la atención. Boto dice que el tallista era mejor escultor que dibujante, algo habitual en el arte románico. Hasta ahora se ha hablado de la procedencia de Burgos por las características estilísticas y formales, que recuerdan a Silos. También se ha aludido a Palencia, mi opción. Como hipótesis, creo que la procedencia está en Benevívere. En el Arqueológico hay una cabeza de bulto redondo del siglo XII que se compró en 1913, años de destrucción y de ataque al patrimonio. Estilísticamente, los cabellos de la cabeza de Cristo que tenemos aquí coinciden con el sentido plástico de algunos de los capiteles de Palamós decorados con animales salvajes. También es cierto que se conserva una fotografía de la portada de la sala capitular de Benevívere y tampoco me atrevo a asegurar que la galería fuera de este monasterio palentino.

-¿Qué es lo más complicado para determinar la autenticidad de la obra?

-Por las fotografías que se han publicado, me parece auténtico. El taqueado de los arcos es muy característico del románico, la decoración de los capiteles me parece auténtica son similares a los que estamos colocando ahora mismo en la exposición del Arqueológico. Queda claro que es castellano y lo centraría más en el área de Palencia que en la de Burgos.

-¿Qué toca en este momento?

-El análisis es básico. Nos daría unas pautas definitivas. En el Museo pudimos certificar que los fragmentos de la techumbre de la Catedral de Teruel son de 1260 mientras que algunos sostenían que era de alrededor de 1300. A partir de ahí, se pueden comparar colores, densidad y calidad de la piedra para determinar más cosas. Por otro lado, es recomendable que haya una colaboración más estrecha entre profesionales de las distintas áreas, algo que en España no se da demasiado.

-Quienes apuestan por la falsificación ponen en evidencia la falta de información registrada del claustro, ¿qué le parece?

-Los catálogos monumentales de Gómez Moreno comenzaron a escribirse en 1903 y no se publicaron hasta los años veinte. Estaban aparcados en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y eso ha afectado al contenido. Quienes están elaborando la magnífica enciclopedia del románico en Santa María la Real se lamentan cuando hacen el trabajo de campo que cada día se van perdiendo más bienes. ¿Cómo se van a documentar muchas veces las cosas si se dejan perder?

-El personaje clave en esta historia es el zamorano Ignacio Martínez, ¿cómo eran los anticuarios de principios de siglo pasado?

-Habría mucho que hablar. Cuando el señor Marés trabajó en la zona de Castilla y León, él mismo reconocía que "le ofrecían" piezas, lo cual demuestra una notable falta de preparación. Es también el caso del Bote de Zamora, con un contrato de venta ya firmado para llevarlo a Estados Unidos por 52.000 pesetas, junto con otra arqueta. Gracias a que Gómez Moreno leyó las inscripciones, el problema salió a la luz. El asunto ya estaba en manos de Huntington, que había pagado a los responsables de la Catedral de Zamora, que iban a destinar el dinero a comprar deuda del Estado. Gracias a aquello, el señor decidió donarlo por aquellos mismos años al Arqueológico. El trasiego, tanto en España como en Europa, fue terrible.

-Si el claustro es medieval?

-Como primera medida, separarlo del agua. Desconozco si los dueños querrían venderlo. Lo que está claro es que es una obra de «bastante» primer orden.

-Si fuera falso?

-No creo que sea falso. Los fustes de las columnas, el tipo de decoración de la basa, la estructura de los capiteles? Lo digo sin haberlo visto. Interesa a los dueños apoyarse en que es falso para dejar a un lado el problema. ¿Por qué pusieron impedimentos para verlo? Solo gracias a que Gerardo Boto vio la fotografía en una revista francesa ha salido a la luz.

-¿Cómo califica la expectación que ha generado la publicación de las fotos del claustro en la finca de Mas del Vent?

-Personalmente, creo que cuando las obras van a parar a particulares se producen problemas como éste. No es una revolución, ni tampoco ha cambiado el rumbo del románico como dicen algunos medios nacionales, algo que me parece totalmente exagerado. Ha aparecido algo muy importante y hay que estudiarla con los todos los medios posibles. Asistimos a una especie de «boom» social en el que la gente confunde el románico con el gótico en un país en el que todos sabemos de todo y echo en falta mucha humildad.

-En el caso de Ignacio Martínez, ¿su nombre está en algún expediente de compra de piezas del Arqueológico?

-Tenemos que revisar los que hacen referencia a piezas de la Edad Media. En principio y a falta de recabar más datos, sabemos Ignacio Martínez vendió al Arqueológico la pieza 1932/8/1, una pila románica de Mazariegos, localidad de la provincia de Burgos. Yo mismo la publiqué en la Enciclopedia del Románico de Aguilar de Campoo. Manejamos datos de muchos anticuarios de aquella época, y tengo en mente algunos nombres como el de Gavilanes, pero no recuerdo más referencias de Ignacio Martínez. Son años en los que se hicieron verdaderas calamidades.

-En los registros de las compras, ¿figuran los datos de los anticuarios?

-Unas veces sí y otras no. Muchas veces figura toda una relación de piezas, pero identificarlas todas es muy difícil porque antes no se solían adjuntar fotografías y eso nos complica la vida. A veces, tenemos que mirar caminos muy diferentes para llegar a soluciones definitivas.

-Ha mencionado el Bote de Zamora como una de las piezas estrella del Arqueológico, ¿cuál es el papel de los museos en el aspecto de la conservación?

-Intentamos hacerlo lo mejor posible sin meternos en política. Nuestra profesión se basa en investigar el patrimonio e investigarlo para mostrarlo al público de la mejor manera. Tenemos varias piezas de Zamora, conjuntos de la Virgen y San Juan, uno de ellos procedente de Valderrey que yo misma publiqué.

-¿Le parece factible que piezas como el Bote regresen a su lugar natural temporalmente?

-¿Para qué mover piezas de acá para allá cuando el marfil tiene tantos problemas de conservación? En principio, me parece que está muy bien donde está. Hasta la fecha, ha estado en la sala 30 en una vitrina de objetos importados, dentro de las joyas de la época califal. Tenemos previsto hacer un montaje donde vamos a poner una maqueta de la Mezquita de Córdoba en gran formato con el dominio del Bote de Zamora. También tenemos hecha una reproducción digital en 3D con las últimas tecnologías. Actualmente estamos en obras y es nuestra intención poder abrir la exposición nueva el próximo año 2013.

León

Ángela Franco ejerce en la actualidad como conservadora jefe del Departamento de Antigüedades Medievales del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Su currículum está trufado de investigaciones y publicaciones sobre el arte antiguo. Franco es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, centro en el que realizó cuatro cursos de doctorado, y posee también el grado de doctor con un trabajo sobre la escultura gótica en León. En 2006, fue ponente en el Congreso Internacional del Románico de Zamora.