¿Qué pecados ha podido cometer González Poza para tener en su contra a tan abultada e inusual cantidad de hermandades? Fuentes de las propias hermandades explican que ha sido la «falta de diálogo» con las distintas cofradías y la toma de decisiones sin llegar a ningún tipo de consenso lo que ha colmado el vaso. «Si dialogas, hablas y nos reúnes puedes ir convenciendo. Pero aquí se hace todo a lo Marlon Brando», indicaba el responsable de una cofradía. El presidente, ya al término de la pasada asamblea general, defendía lo contrario, ya que la actual directiva se ha caracterizado precisamente por la «luz y taquígrafos» en cuantas actuaciones ha llevado a cabo. En la misma fecha de la elección, recuerdan los críticos «González Poza salió por un estrecho margen», a lo que éste replica que por qué no se presentó nadie más a la presidencia. Posteriormente la asamblea le tumba los presupuestos de 2011, «y en lugar de devolverlos al Consejo Rector y presentar una nueva propuesta, los prorroga, como si esto fuese una entidad local». El actual mandatario replica (no ayer, que no hizo declaraciones, sino tras la asamblea general) que la prórroga presupuestaria es algo normal en cualquier entidad, y si alguien entendía que no era legal lo que debería haber hecho era recurrirlo, y nadie lo hizo. Las cofradías díscolas han acabado hartas de que «haga lo que le sale de las narices y enfrente a todas las instituciones con la Semana Santa, desde las que ponen dinero hasta las que se lo llevan, como la Sociedad de Turismo», indicaba un dirigente semana santero. «En la asamblea general del año pasado no se le aprobó el presupuesto y no pilló el mensaje», indicaba otro dirigente, «por eso en esta última no se le ha dado ni una sola oportunidad de que repitiera lo mismo». Estas fuentes reconocen que hubo una reunión de diez cofradías para planear una estrategia común antes de la asamblea general. Otra cosa es que tengan ya un candidato alternativo. Algún nombre suena en los mentideros, pero incluso las fuentes de los críticos dicen que eso es otro cantar salvo, claro, que se logre encontrar una auténtica figura incontestable, un «peso pesado» para dirigir una nave a la deriva.