La iglesia de San Juan se quedó ayer pequeña para acoger a los compañeros y amigos, que quisieron dar el último adiós al policía municipal José María Rivera, «Riverita», como acostumbraban a llamarle sus colegas, quienes ataviados de gala le rindieron homenaje. Hicieron un pasillo para que su féretro entrara y saliera del templo a hombros de varios policías, al igual que a las puertas del cementerio, donde se le condujo hasta la sepultura de idéntica manera. Unos 70 agentes vestían ayer su uniforme, el resto de paisano, rotos por el dolor, como decenas de funcionarios, la Corporación actual, ex concejales y exalcaldes de Zanora. Dos motos y un coche de la Policía Municipal escoltaron su cuerpo hasta San Atilano.