«La experiencia ha sido muy buena y no descarto repetir la aventura». Estas palabras las pronuncia Íñigo Cabrera Santiago, quien ha participado recientemente en la tercera edición del Rally Solidario de Clásicos del Atlas.

Tras buscar patrocinadores, recoger ayuda para entregar a la población marroquí y preparar el vehículo que pilotó, un citröen Dyane, y dejarlo casi nuevo, el vallisoletano, afincado en Zamora desde una década, encaró el inicio de la aventura que implicaba recorrer el Atlas y repartir durante siete días material escolar y alimentos no perecederos.

Cabrera Santiago, acompañado de otros integrantes del Club Citröen CX, inició la marcha hasta Sevilla de donde partía la expedición. «A última hora tuvimos muchos problemas y carecimos del tiempo necesario para probar y fiabilizar los vehículos», atestigua al tiempo que reconoce que «como habíamos hecho los coches prácticamente nuevos, las piezas susceptibles de dar problemas las habíamos cambiado o llevábamos un repuesto». Ya en la ciudad hispalense «tuvimos que recoger acreditaciones, ultimar detalles... y fundamentalmente hubo muchos nervios», rememora.

Los conductores de los automóviles vinculados al Club Citröen, tres de ellos Dyane, un Renault 4 y un Land Rover ligero, percibieron ya el primer día de competición que no iban a poder competir, dado que «los que llevábamos eran los más antiguos y los menos potentes». «La prueba no estaba pensada para unos vehículos tan pequeños y con tan poco motor». «Como no íbamos a poder ganar, decidimos hacerlo pero intentando respetar la mecánica porque teníamos que volver a España en los vehículos», explica Íñigo, quien no pudo completar el recorrido por razones personales.

Entre los momentos más entrañables del periplo, en el que recorrió más 4.000 kilómetros durante los cuales tuvo que conducir con lluvia, granizo e incluso nieve, este aficionado a las cuatro ruedas subraya: «El reparto de la ayuda humanitaria en una escuela en la zona de Ouarzazate», y en distintos momentos del recorrido.

Y es que la organización de la prueba fijó un punto para entregar la ayuda lograda en España, que en el caso de los integrantes del Club del Citröen «llenó hasta los topes seis vehículos modernos y amplios», indica Cabrera Santiago, quien agradece la colaboración de más de 40 empresas y de medio centenar de particulares que respaldaron la iniciativa solidaria. «Cuando nos deteníamos en el camino de una etapa la gente estaba muy agradecida. Las personas mayores te pedían más, mientras que a los niños les dabas un muñeco y te mostraban una gran sonrisa», apunta este hombre que menciona que transitaron por carreteras, por caminos y por «muchas pistas de tierra en peor estado que nuestros caminos de concentración».

El compañerismo entre todos los participantes supone otro de los aspectos remarcable en las vivencias de Íñigo Cabrera. «En un par de ocasiones nos perdidos y cuando nos pasaba a varios, nos sentábamos y hablábamos para ver dónde nos habíamos confundido e intentábamos volver a la ruta fijada. Pese a ser un rally, que implicaba una competición, primó la camaradería».

Con esta primera experiencia solidaria todavía reciente el activo integrante del Club del Citröen asegura que «nos estamos planteando hacer nosotros cargo de la iniciativa con los mismos fines solidarios». «Estamos estudiando crear nuestro propio rally para llevar la máxima ayuda a la población», señala Íñigo Cabrera Santiago.