Ricardo Blanco Rodríguez ni siquiera sabe si el hermano que busca es «mi gemelo o mi mellizo». A su madre solo «le dijeron cuando ingresó ya para dar a luz que en lugar del hijo que esperaba, veníamos dos». Aquella joven de 22 años, llegada desde Ungilde para dar a luz en el Hospital Provincial, al conocer la noticia «se echó a llorar, se vino abajo». Fue entonces cuando «la comadrona le preguntó «¿qué pasa que no los quieres?, pues dame uno a mí». Mi madre respondió que no». Esa frase ha golpeado la memoria de la familia desde que el 12 de mayo de 1977, tras el parto, les comunicaron que uno de los pequeños había fallecido al nacer. Ricardo Blanco creció solo, con la sombra de aquel hermano al que nadie llegó a ver muerto.

De nuevo aparece, como en muchos de los casos de posibles bebés robados al nacer en Zamora, la caja de zapatos: «Cuando mi padre llega por la tarde y pregunta por el niño, le dicen que el cuerpo está en una caja de zapatos, pero ni se la entregaron ni vio a mi hermano». Cuando el progenitor del recién nacido pregunta por los trámites a seguir para enterrar al bebé, «le dijeron que ellos tenían gente para bajar la caja al cementerio y que se despreocupara de los gastos, que existía un fosa común donde enterraban» a los niños que morían en esas circunstancias, apostilla Ricardo Rodríguez.

De aquel entierro nadie da fe a día de hoy. En el registro del camposanto zamorano no existe constancia « de la entrada de ningún feto de menos de 24 horas para su enterramiento desde el 24 de abril de 1976 hasta el 15 de junio de 1977». Tan solo queda el rastro de «una factura de 250 euros» que la familia conserva por el pago a un taxista que habría llevado al finado desde el Hospital al cementerio.

Y las fechas bailan cuando los Blanco Rodríguez trata de comprobar cuándo aparece anotado el bebé en el registro de alumbramientos de criaturas abortivas, en el que figuran los pequeños que no sobreviven al parto: «El 14 de mayo, cuando el médico Pedro Almendral certifica, como doctor que asiste al parto, la muerte por algún problema con el cordón umbilical. Hacía dos días que habíamos nacido».

Las coincidencias con lo ocurrido a otras familias que buscan a sus hijos desaparecidos se multiplican. El padre de Ricardo Blanco no firmó ese certificado, «en el lugar en el que debía ir su rúbrica se puede leer la de Francisco Manzano Romero, ordenanza del Hospital Provincial, que da fe» de lo ocurrido. El nombre de esta persona «aparece en los certificados de otros niños a los que se dio por muertos al nacer y cuyos padres han denunciado en la Fiscalía de Zamora su posible robo.

Otro «pero» que aumenta las dudas de la familia Blanco Rodríguez tiene que ver con el detalle de que «mi madre no recuerda ningún médico asistiéndola». Y tampoco nadie le dio explicación alguna sobre por qué «la durmieron al nacer yo, que fui el primero, y tuvo a mi hermano anestesiada. Al despertar, pregunta a mi abuela y a una prima por los niños y le dicen que no se preocupe que uno nació muerto y el otro está bien». El matrimonio «no se atrevió a preguntar a la monja, en esa época...». Desconocen por qué se tomó esa decisión porque en el parto todo iba normal, sin complicación, «en el historial no figura que fuera múltiple ni la anestesia», prosigue Ricardo Blanco.

El relato remite constantemente al de otras familias que sospechan que sus hijos no fallecieron en el alumbramiento, sino que fueron sustraídos por personal del centro sanitario para darles en adopción o venderlos. Eso investiga ahora la Fiscalía Provincial, que retomó este verano el caso después de que el Juzgado número 1 de Zamora lo archivara. Todavía «no nos han llamado a declarar», ni la juez cuando presentaron la denuncia, ni el fiscal que se ocupa de la investigación. Ricardo Blanco no tiene mucha confianza en la justicia, pero confía en que la difusión de su caso en los medios de comunicación sirva para encontrar a su hermano.

El matrimonio Blanco Rodríguez solo tuvo otro hijo más, que murió a los tres meses de nacer por enfermedad. Y está convencido de que el otro sigue vivo.