La joven que ayer volvió a relatar en los mismos términos el intento de agresión sexual que denunció en septiembre de 2009, cuando era menor de edad, transitaba por una carretera en dirección a Trabazos cuando un hombre, que resultó ser el condenado hace unos años por el incendio de Nuez de Aliste, trató de introducirla en el coche en el que viajaba. La presunta víctima pudo zafarse del presunto agresor, con antecedentes penales y policiales y conocido en la zona, porque logró llamar a la Guardia Civil, que corroboró la solicitud de ayuda por parte de la denunciante. El imputado giró el vehículo en el que transitaba cuando vio a la joven con la intención de llevársela, actitud de la que desistió cuando supo que ésta había dado aviso a la Benemérita.

Ahora la abogada de la joven exige una pena de once meses de prisión por un delito que la propia Audiencia de Zamora, que observó indicios de su comisión, ordenó que se juzgara después de que el caso fuera archivado y recurrido por la denunciante ante el Tribunal provincial. Y a pesar de que la Fiscalía cuestionó que el imputado -condenado por el incendio de Nuez que arrasó un importante número de hectáreas- tuviera intención de agredir a la menor de edad. Lo cierto es que el Juzgado de lo Penal celebró ayer el juicio a puerta cerrada contra el procesado, quien negó haber estado en el lugar del suceso y conducir el vehículo blanco descrito por la denunciante, «dijo que el suyo es verde». Sin embargo, no pudo responder a las preguntas de la acusación particular cuando le instó a aclarar en cual de los tres lugares de los indicados en diferentes fases de la instrucción del caso había estado realmente. El procesado se limitó a decir que «había pasado mucho tiempo y no lo recordaba». En uno de los interrogatorios precisó que el día del incidente «estaba en bar de un pueblo de la raya con Portugal; después que en Camarzana de Tera; y finalmente, que conducía un camión en Benavente».

La abogada sorprendió a la letrada de la defensa y al propio fiscal con un informe de la Guardia Civil que confirma que el hombre, que siempre había negado tener un coche blanco como el descrito por la joven, era el conductor habitual de un vehículo de ese color propiedad de su hermano, con el que Tráfico le había multado en cuatro ocasiones por infringir las normas de circulación. La joven solicita una indemnización de 2.000 euros por los daños morales sufridos.