El papel asistencial de las asociaciones de emigrantes, sobre todo en sus inicios a comienzos del pasado siglo, es una de las características más notables de estos colectivos que aglutinaban a los emigrantes que comenzaban una nueva vida lejos de sus países. Así lo han atestiguado los expertos que se dieron cita ayer en la primera sesión del congreso internacional sobre el asociacionismo de la emigración española en el exterior.

«Las asociaciones supusieron funciones como sistemas de prevención y asistencia médica muy eficiente para la época a través del mutualismo», apuntó Alejandro Fernández, profesor de la Universidad Nacional de Luján, en Argentina. Una función a la que también hay que unir la de ser espacio de encuentro y sociabilidad, competencias que todavía perviven. «Las generaciones actuales, descendientes de los emigrantes originales, acuden más ahora a esos lugares para recrear los vínculos con la tierra de sus abuelos», añadió Fernández.

Una transformación que se basa en «los cambios sociales y culturales que ha habido tanto en la sociedad receptora como en la emigrante, por eso el asociacionismo es menos asistencial que hace un siglo», corroboró Jordi Canal, del Colegio de Estudios Superiores de Ciencias Sociales en Francia. Estos cambios también han propiciado una «inversión de papeles», según afirmó José Moya, de la Universidad de Columbia. «Sus integrantes han visto que estar en este tipo de asociaciones es una manera de tener acceso a determinados recursos, como por ejemplo ordenadores. Mientras que antes eran los emigrantes quienes mandaban dinero a sus familiares en España, ahora son los españoles quienes se lo mandan a los emigrantes ancianos», reconoció.

De lo que no tienen duda es de que este tipo de asociaciones mantiene «vivas» las costumbres de la tierra de la que tuvieron que emigrar hace décadas. María de Diego, directora general de Relaciones Institucionales y Acción Exterior de la Junta, presente en la inauguración de las jornadas, calificó de «digna de admiración» la forma en que estos colectivos «han sabido mantener, fortalecer y transmitir a sus descendientes los vínculos con la tierra de origen», al tiempo que añadió que se fundamentaron «como vía de apoyo para los ciudadanos que tuvieron que dejar sus países y una conexión importante para ayudar a todos esos ciudadanos a integrarse en las sociedades de acogida».