El casquillo hallado bajo la silla del empleado de Caja Rural, agujereada por el balazo de un proyectil de 38 milímetros especial que atravesó el muslo de la pierna derecha del trabajador, disparado con toda probabilidad por una Smith &Wesson, resultó una prueba esencial para implicar a Jaime Giménez Arbe, alias «el Solitario». Los peritos de balística que intervinieron en las pesquisas afirmaron ayer en el juicio de la Audiencia Provincial que entre las armas que tenía en Portugal, «al cotejarlas con la de Toro» se observó que «el cañón coincidía». Una afirmación que el abogado del atracador trató de desmontar con el argumento de que las balas del calibre 38 pueden ser disparadas por diferente tipos de armas, entre ellas un revólver Magnum, como admitió otro perito.

El procesado también ofreció sus explicaciones para desvincularse del atraco de Toro, dio una lección de balística, en la que los profanos perdieron el hilo, para indicar que «la bala de punta hueca se desmenuza en infinidad de fragmentos, si hubiera usado arma de asalto, jamás podrían encontrar nada con que cotejar porque revientan, no dejaría rastro y el casquillo quedaría dentro del arma».

Los policías describieron como práctica habitual de «el Solitario» la envoltura de sus manos en plástico de uso doméstico, «film», al objeto de no dejar huellas en los lugares que asaltaba. En alguna ocasión llegó a utilizar esparadrapo para cubrir los dedos. Eso explicaría que los agentes de la científica no encontraran ningún rastro de huellas en muebles, tiradores, puerta y diverso mobiliario de la Caja Rural de Toro, en los que sí hallaron restos orgánicos de dos personas diferentes.

Los testigos que fueron que declararon, trabajadores y clientes de Caja Rural entre ellos, describieron al atracador «como un hombre extraño, con barba o perilla postizas, peluca, un poco hinchado», como si bajo el traje gris que llevaba hubiera metido más ropa para simular mayor volumen físico. Iba «bien vestido, pero mal», es decir, con mal gusto, describió una clienta que pudo verle. Se sospecha que el delincuente se quitó el disfraz que le ocultaba cuando huyó de Toro en la furgoneta Kangoo que se le incautó tras ser detenido.