El equipo formado por los profesores de la Escuela Politécnica Roberto Martín y Raúl Rengel, junto al alumno de Ingeniería Mecánica Miguel Enrique de Vega, se encuentra inmerso en el desarrollo de una máquina que al menor coste posible sea capaz de cortar piezas a medida para realizar trabajos en casa.

Se trata de una de las doce ideas becadas por el Proyecto de Desarrollo de Actividades de Transferencia de Conocimiento desde la Universidad de Salamanca hacia el tejido empresarial (TCUE-3), y la única que se lleva a cabo desde el campus de la capital para este curso.

En los laboratorios de la Escuela Politécnica comienza a tomar forma lo que de forma técnica se conoce como una máquina CNC, es decir, de Control Numérico por Computadora, que para los no iniciados significa crear una herramienta que, como una impresora, se maneja mediante un ordenador. «En este caso la máquina, en vez de tener una aguja que escribe sobre el papel, lo que hace es que corta un material, por ejemplo, para hacer una maqueta de un avión», explica el estudiante Miguel Enrique de Vega, quien además presentará esta idea como su propio proyecto fin de carrera.

La idea que llevaba rondando por la cabeza de Miguel más de un año va creciendo a base de prototipos, «algunos totalmente infructuosos, como la primera prueba que hice con madera, que no sirvió para nada porque es un material muy poco rígido que deja muchas holguras», se pronuncia el estudiante.

Precisamente evitar holguras y hacer la máquina totalmente precisa es el objetivo del equipo, que desarrolla una máquina que «una vez la tengamos acabada y funcionando nos servirá para fabricar otras máquinas, y nos quedará como patrimonio de la universidad», explica el profesor Raúl Rengel.

Que la herramienta en sí quepa en un espacio reducido y que con el tiempo se venda en un pack que el cliente pueda montar él mismo en casa es la intención de los autores, que además barajan introducir la posibilidad de cambio de herramienta automatizado, para conseguir no solo cortar, sino taladrar piezas, lijar, etc.

El proyecto se encuentra aún en su primera fase, aunque los tiempos son rígidos en este programa, que exige que en septiembre la máquina sea un hecho, por lo que en verano tiene que funcionar sin problemas. Un reto que el alumno y sus tutores han aceptado «con los ojos cerrados», ya que «en estos momentos es muy complicado encontrar financiación para poder realizar investigación aplicada y que la Junta haya confiado en este proyecto para sacarlo adelante supone una oportunidad que tenemos que aprovechar al máximo», explica Roberto Martín.

La idea, sostienen los implicados en el proyecto, no es nueva, «ya existen máquinas que hacen lo mismo, pero tienen precios prohibitivos, solo para uso industrial», se pronuncian los creadores, que pretenden desarrollar su prototipo de una manera más eficiente, «reduciendo los costes al máximo posible e introduciendo una serie de innovaciones técnicas para hacerlo competitivo en el mercado», se pronuncian.

La innovación y la investigación aplicada al mercado es el ADN de este proyecto y de sus integrantes, que con la vista puesta en mañana piensan en cómo funcionará la máquina en manos de los usuarios.