El adelanto en dos horas del cierre de los bares de Los Herreros no sólo está afectando a la economía de las cien familias que viven directamente de los establecimientos allí ubicados, cuyas ventas han descendido en un 85%, sino a los proveedores de bebidas que han visto reducidos sus ingresos prácticamente en el mismo porcentaje. «Hemos pasado de una facturación superior a los 6.000 euros en las semanas malas de enero y febrero a 2.000 en este año, es decir, un 80% menos», explicaba ayer uno de los más importantes distribuidores de bebidas alcohólicas de la capital, que se sumó como otros a la manifestación convocada por los establecimientos de la emblemática calle, respaldada por unas 200 personas.

«La situación es insostenible», añadía el proveedor mientras los empresarios de Herreros asentían. Están «tan al límite que los políticos deben entender que urge una solución, su atención es correcta, pero insuficiente», declaraba el representante de Azehos, Germán Calvo. La Asociación de Los Herreros quiere «acampar en la Plaza Mayor si no se da una salida, ya hay 54 familias apuntadas para participar y siguen sumándose. Reclaman sus derechos, sólo se pide que dejen trabajar, que es un derecho de cualquier ser humano porque lo más importante es tener algo que llevarse a la boca», indicó. Al cierre de dos negocios que no han podido aguantar habrá que añadir el de «otros cinco en este mes de marzo» si los bares siguen, por estar catalogados como tascas, obligados a cerrar a las 2.30 horas en fin de semana y festivos; y la 1.30 los días de diario.

Respecto del perjuicio colateral a los distribuidores de alcohol, refrescos y otros productos, la caída de facturación no encuentra compensación en otras zonas, ya que «lo que allí -en Herreros- no se consume, no se ha desplazado a otras zonas, el consumo se puede haber quedado en los botellones y en las casas particulares porque la gente opte por no salir, pero no ha ido a otros bares de la capital», puntualizaba un proveedor.

Los hosteleros afirman que los locales de la Plaza Mayor y calles adyacentes «tampoco han incrementado sus ventas, el problema se amplía a toda la ciudad» porque la reducción de horario en la popular calle ha conllevado el retraimiento del consumo, «muchos clientes deciden no salir porque, si la hora habitual de ir de copas es a partir de la una de la madrugada y nosotros cerramos a las 2.30 horas, deciden quedarse en casa o incluso reunirse allí con sus amigos». Entre ese público hay muchos clientes habituales de Herreros de otros municipios de la provincia que se desplazaban cada fin de semana y «ahora ya no vienen porque no les compensa coger el coche para estar una hora y media de bares». Ese público también lo han perdido los establecimientos de la Plaza Mayor y de otras partes de marcha de la capital, puesto que «después solían continuar de copas». El temor, admite Faustino Hernández, portavoz de la Asociación de Los Herreros, es que, si el Ayuntamiento de Zamora dilata mucho la solución sobre la concesión de nuevas licencias, «el público opte por acudir a otra zona y que esta parte de la ciudad muera, como ocurrió en su día con otras».

Los arrendatarios de los locales conforman otra de las aristas de esta compleja situación suscitada por la entrada en vigor desde enero de la nueva Ley de Espectáculos de Castilla y León que limita horarios: «Los alquileres se retrasan porque los bares tienen menos beneficios y no pueden pagarnos, la prioridad para ellos es abonar los recibos de la luz, el agua, las bebidas...».

Otro casero comenta que «algunas de las obras de reforma que se estaban haciendo hemos tenido que paralizarlas porque no sabemos qué va a ocurrir», si los establecimientos conseguirán o no las licencias de bares especiales, única salida para que sus inquilinos puedan continuar con la actividad que venían desarrollando. Por tanto, otros «sectores que indirectamente trabajan para Herreros están afectados porque, al no haber trabajo, no hay dinero».