Imágenes que evidencian las consecuencias del accidente nuclear de Chernóbil, instantáneas que aluden al aislamiento humano o al suicido así como a la manera de vivir en distintos lugares del planeta están presentes en la propuesta del colectivo Perro Chico que desde ayer ofrece la sala de cura.

«Somos un grupo de siete amigos de Salamanca que nos dedicamos a distintos tipos de fotografía, desde aquella más vinculada a la prensa y a la más artística, que queríamos exponer nuestra obra fuera de los lugares habituales, lejos de los circuitos comerciales y surgió la oportunidad de exponer en esta sala alternativa de Zamora», señala Felipe Piñuela. Este joven apuesta por media docena de imágenes de gran formato, a caballo entre el diseño gráfico y la fotografía de prensa, donde la composición cobra gran protagonismo al igual que el aislamiento.

La soledad también está presente en el trabajo de Cristina García Camino, quien en sus tres desnudos en blanco y negro transmite una gran complicidad entre el profesional y la persona retratada. La autora, que trata con delicadeza las formas femeninas, indica que «es interesante la aventura exponer con gente que presenta obras tan diversas».

El fotógrafo Alberto Prieto da testimonio de «las consecuencias que provoca la falta de seguridad en la energía nuclear» a través de una veintena de imágenes de niños enfermos, que residen en hospitales u orfanatos, como consecuencia de la explosión de Chernóbil y el impacto en el paisaje de la zona sin pasar por alto imágenes de una central fantasma tras el siniestro. El profesional captó este reportaje en un viaje que realizó hace un lustro con motivo del 20 aniversario de la catástrofe.

En el centro de la sala una serie de imágenes colgadas de unos soportes aluden a las vidas rotas y al sufrimiento. Son una docena de fotografías firmadas por Manuel Barroso, quien sitúa a mujeres en un estudio, en una antigua estación de ferrocarril y en un colegio mayor abandonado. «Presento mi punto de vista sobre el suicidio, plasmo cómo una persona toma la decisión y posteriormente su muerte».

«Puntos en abstracción» es el nombre de la instalación que presenta David Escanilla, quien ofrece una narración a base de diez fotografías en soporte papel y otras tantas impresas en unas piezas cónicas, mientras que Marcos Rodríguez, en unos retratos individuales verticales y en blanco y negro, capta a personas «que realizan algún tipo de acción en la calle, llevan una vestimenta distinta o me fijo en ellos por un gesto», describe.

Manuel Asensio expone una serie de instantáneas tomadas en grandes ciudades. «Se trata de una colección basada en las sensaciones que me han transmitido estas urbes y esas culturas», esgrime. El salmantino ha fijado su atención en las reflexiones naturales que ofrece Nueva York, la luminosidad y vorágine de Tokio frente a la relación de vecindad y cercanía todavía existente entre los habitantes de La Habana.