Sacerdóte canónigo de la Catedral

Veterano y apasionado peseguidor de la Historia, el canónigo José Muñoz Miñambres conoce palmo a palmo la Catedral. Ayer volvió a ilustrar en la Seo a decenas de zamoranos en sus charlas dominicales de febrero. Muñoz Miñambres persuade al auditorio con facilidad y llama a «leer» sobre el pasado y «no conformarse con los mitos y las tradiciones».

- «La Catedral es una mezcla de estilos...», recuérdenos de cuáles.

-La llaman la perla del siglo XII o la «señorita del Duero». Como en un joyero, se junta todo el arte: el románico, el de transición, el bizantino en la cúpula, el gótico en el altar y su nave, el estilo de El Escorial en el pórtico y, por último, un renacimiento muy tardío en la sacristía.

-¿Cuándo se realizon las últimas obras de gran calado?

-Durante Las Edades se puso de nuevo el piso y la calefacción... Pero el edificio, como tal, tuvo sus últimos trabajos en la sacristía, del siglo XVIII.

-Es decir, que los zamoranos de los últimos tres siglos han visto la misma Catedral...

-Así es.

-Háblenos de la estructura del edificio.

-Las modas y los usos han condicionado la distribución que vemos hoy. En el centro, observamos el coro renacentista, que fue añadido a la fábrica románica. Por eso, las paredes que lo delimitan son postizos y la parte delantera se cerró con una reja. El espacio entre el coro y el altar mayor, un camino cercado, es la vía sagrada o «via sacra».

-Ubicar el coro en el centro de la nave fue una moda que se aprecia en las grandes catedrales del país, ¿no es cierto?

-Sí... Y es una pena que algunas de ellas los estén retirando. Después de recorrer todos los coros de las catedrales de España, el nuestro es el único que está labrado. La parte de arriba retrata todos los personajes del Nuevo Testamento. Las puertas de atrás recoge todas las sibilas griegas, un detalle renacentista. Además, hay muestras de que la Iglesia no es tan retrógrada como se dice. En la parte de abajo, están labrados Caifás, Nabucodonosor y a Virgilio, que no eran muy amigos de Cristo.

-¿Qué me dice de las imágenes de la parte de abajo de los asientos?

-Las guías dicen que se trata de pornografía, pero eso no es más que una bobada. Llaman pornografía a lo que es costumbrismo de la época. Le pongo dos ejemplos. En una escena aparece un fraile con un látigo dándole a otro que está debajo desnudo. Y yo me pregunto, ¿a nadie le ha pegado el maestro o la madre con la zapatilla? Por lo tanto, no es pornografía, sino castigo. En otro caso, hay un señor desnudo y le meten una cosa por la parte de atrás. Eso se llama irrigación, es medicina de la época. También hay una zorra predicando y unas gallinas predicando y esa es la época del culturismo, donde se dicen muchas cosas y ninguna a la vez. Es para atontarnos, como la política en la actualidad. La gente de hoy piensa que hay pornografía por todas partes y no es verdad.

-Sin embargo, el románico zamorano recoge algunas escenas en los templos que servían para evadir del sexo a los fieles...

-Efectivamente, porque recriminaban los vicios. En Santo Tomé, hay un señor sentado en un bidón de vino que habla de la borrachera. En otros casos, se aborda la lujuria. Eso también es costumbrismo.

-Otro elemento fundamental es la capilla, ¿cuáles serían las relevantes?

-La más antigua está junto al Santísimo y otra de las importantes, la de los Valencia, se sitúa al lado del Cristo de las Injurias. Allí, se levanta la alfombra y se bajan las escaleras para acceder a una especie de catacumba.

-¿Ha bajado alguna vez?

-Una única vez, hace tiempo. Esto no es nada particular, la Catedral estaba repleta de tumbas en el suelo, con un aspecto parecido al de la abadía de Westminster, donde caminas entre las sepulturas. Aquí, llegó un momento en el que se decidió quitarlas y poner el suelo. Incluso después fueron sustituidas parte de las losas por mármol...

-¿Y dónde están hoy esas losas?

-Muchas de ellas en la calle de Balborraz y el resto acaban de ser retiradas en las obras de la plaza del Seminario.

-Pero, ¿qué era una capilla?

-Un lugar en el que un noble o un rico pagaba el espacio para ser enterrado él y su familia. Asignaban dos capellanes para decir misas, salvo la del cardenal, que contaba con seis. Para que esas capillas funcionaran, tenían que dejar bienes, generalmente casas o tierras. Aquello acabó con la llegada de la desamortización.

-Imagino que la máxima dignidad de la época era ser sepultado en el interior de la Catedral...

-Depende, en esto hay mucha confusión. En las iglesias de los pueblos, toda la gente se enterraba, con un número en cada sepultura. De ahí que hubiera un libro de inhumaciones que recopilaba todos esos números, el obitorio. Bajo la losa, se ubicaba un botijo por el que salía constantemente agua de colonia para evitar el mal olor. Como en la Catedral eran muchas las personas que se enterraban, apareció el botafumeiro. No era para conmemorar a Santiago, sino para quitar el mal olor del templo.

-El Templo Mayor tenía su propio botafumeiro...

-Claro, y aún se pueden ver las poleas sobre el coro. En Santiago tienen mucho espacio para moverlo, pero aquí únicamente subía y bajaba. Y no era de plata como aquél, sino un cántaro para tostar castañas de Pereruela. El obispo Suero impulsó y pagó una fundación para que todos los sábados, un canónigo fuera por toda la Catedral para perfumarla.

-Así que la Catedral era un auténtico cementerio...

-Así es. En la parte delantera, se situaban las personas que tenían derecho a morir por el cargo, los obispos. En segundo lugar, había espacio para los canónigos y los políticos. En cuarta posición estaba el pueblo llano y, por último, junto al Cristo de las Injurias, los pobres o los que aparecían ahogados en el río. Decir que sólo los ricos tenían derecho a ser inhumados en el templo era falso, todo está documentado.

-Pero aquella costumbre se terminó...

-... Con Carlos III, que manda pintar y encalar las iglesias para luchar contra la peste y ordena retirar los sepulcros de las iglesias. Las parroquias que tienen tierras establecen sus camposantos. El resto los habilitarían los ayuntamientos.

-Parece que los zamoranos conocemos más mitos que realidades. ¿Qué podemos hacer para combatir nuestra ignorancia?

-Leer a quien investiga, porque hay escritores que solo recrean la tradición y la leyenda y desconocen lo que realmente pasó. Un ejemplo es el Portillo de la Traición, que ahora se llama de la Lealtad. Ha cambiado la mentalidad de la gente, pero seguimos sin saber si Bellido Dolfos fue un traidor o no.

Eugui (Navarra), 1932

El veterano sacerdote José Muñoz Miñambres procede de la comunidad de Navarra, donde nació en una localidad que dista poco más de veinte kilómetros de Pamplona. Pronto llegó a la provincia de Zamora, donde ha ejercido como sacerdote en diversas parroquias hasta que fue nombrado canónigo de la Catedral en 1989. Su larga etapa en la zona de Benavente le permitió publicar varios libros sobre esta parte de la diócesis. Apasionado de la Historia, emplea su sabiduría en deshacer mitos sobre el pasado de Zamora.