No hay forma de librarse de ellos. De cabeza a cabeza, los piojos pueden hacer que media clase llegue a casa con estos incómodos parásitos viviendo entre sus mechones, como ya ha ocurrido en varios colegios de la capital.

Los expertos se afanan en subrayar que «tener piojos no tiene nada que ver con unas malas condiciones higiénicas, es más viven mejor en el pelo limpio y aseado», se pronuncia el pediatra Miguel Bueno.

A pesar de ello, el hecho de sufrir esta plaga en carne propia sigue estando estigmatizado, por lo que «es muy importante concienciar a los niños de que no es grave y a los padres de que le puede pasar a cualquiera, por lo que tienen que estar atentos y prevenir o eliminar los parásitos de las cabezas de sus hijos», señala la farmacéutica Beatriz Martín.

El piojo es un insecto hematófago, es decir, se alimenta de sangre, y pone huevos llamados liendres exclusivamente en la cabeza de las personas, ya que es un parásito que solo afecta al hombre y succiona la sangre de la cabeza para alimentarse. Para evitar el contagio, según recuerdan los expertos, es importante no acercar las cabezas y no compartir utensilios como gorros o peines, sobre todo si han estado en contacto con el cabello. Para detectarlos hay que examinar la cabeza, especialmente la nuca y detrás de la orejas, para ver si hay piojos y liendres, y para eliminarlos se utilizan lociones de permetrina al 1% y un peine de púas finas para eliminar las liendres de la raíz.

Con el objetivo de evitar resistencias a la plaga es aconsejable no realizar nunca tratamientos antipiojos si no se han observado aún estos molestos parásitos.