El Seprona mantiene abierta la investigación sobre el sacrificio ilegal de animales para su posterior venta en el Mercado de Abastos a fin de tirar del hilo y descubrir si existe una red local de tráfico de carne ilegal, sin control sanitario, fundamentalmente de caza, pero también de ovino, caprino y porcino, especies comercializadas en los dos negocios objetivo de la Guardia Civil.

Tras la imputación en delitos contra la salud pública y falsificación de integrantes de las familias que regentan esos dos puestos, registrados el miércoles y cuya actividad se investiga, las pesquisas se centran ahora en la reconstrucción del circuito comercial clandestino que seguirían las canales y las piezas de caza hasta llegar a manos de estos comerciantes.

Sobre esa pista habría puesto a la Guardia Civil M el empresario investigado cuyo nombre responde a las iniciales de M.C., titular del negocio clausurado el miércoles, 7 de diciembre, al ser pillado infraganti con piezas ilegales en venta y almacenadas en sus cámaras del Mercado, y al descubrir el matadero ilegal ubicado en su domicilio, afirman fuentes próximas a la investigación. Y lo habría hecho al declarar al Seprona que parte del género que se le incautó «lo había comprado» a terceras personas, entre ellas «a quien regenta el otro negocio» del Mercado -también inspeccionado el miércoles y el viernes, pero que sigue abierto al público-, cuyos propietarios, A.P. y su esposa, estarían imputados ya en la investigación policial, según confirman las mismas fuentes. Este empresario es el dueño de un antiguo matadero situado en el barrio de Pinilla, en la calle del pasaje de Salamanca, registrado por el Seprona el mismo 7 de diciembre, aunque «no encontraron nada allí porque ya no hay actividad», indicaría A.P. en declaraciones a este diario. Este admitió en esas manifestaciones haber vendido carne a M.C., «pero no el miércoles» cuando los agentes le decomisaron la carne supuestamente sacrificada de forma ilegal. Vecinos de esta zona de la capital observaron el miércoles pasado un coche del Seprona apostado, pasadas las siete de la mañana, cerca de esa sala de despiece, en actitud vigilante, con toda probabilidad a la espera de que se descargaran piezas de carne en camiones con destino al Mercado de Abastos. Las puertas parece ser que permanecieron cerradas, de acuerdo con las parcas declaraciones de quien durante años sacrificó animales en esas instalaciones con la correspondiente licencia.

Más éxito tendrían con el registro de las instalaciones clandestinas que los otros imputados tenían en su propio domicilio, donde la Guardia Civil pudo encontrar hasta 300 piezas de carne dispuestas para su comercialización. Por el momento, esta familia ha rehusado efectuar ningún tipo de declaración, posiblemente a la espera de conocer con mayor exactitud el contenido de las diligencias policiales que tardarán todavía en ser remitidas al Juzgado para iniciar las diligencias penales.