La religiosa Josefa Pastor acercó ayer en una conferencia a la figura de Francisco Palau, beato, sacerdote y carmelita descalzo que fundó las Carmelitas Misioneras Teresianas.

-¿Quién fue Francisco Palau?

-Vivió de 1811 a 1872, un tiempo muy convulso que le marcó muchísimo. Fundó una orden porque en el Carmelo solo existía la clausura. Él captó la necesidad de crear unas carmelitas que, teniendo el mismo espíritu de oración de Teresa de Jesús, estuvieran en medio de la gente, que tuvieran una misión de tipo apostólico. De ahí que seamos Carmelitas Misioneras Teresianas. Fundó la orden en 1860, pero la primera casa fue de hombres, y la segunda, en 1861, de mujeres. Desde el inicio fue una congregación mixta, pues tenía seguidores varones y mujeres, algo inédito en aquella época.

-¿Qué acogida tuvo?

-Contó con muchas dificultades. No podemos olvidarnos del contexto del siglo XIX, período en el que hubo más de 2000 revoluciones. Vivió en la época de las desamortizaciones, de la gran exclaustración, la matanza de sacerdotes... Cuando comienza a organizar la orden en 1868 viene la Septembrina, con la destrucción de conventos. En la congregación hay un punto fundamental que es que él defiende que la obra es de Dios y tiene que responder a los signos de la época. Tiene una nueva concepción de la Iglesia, que entonces era un concepto jerarcológico, mientras que él aboga por una Iglesia como comunidad y fraternidad. De hecho a nuestras comunidades las denomina fraternidades, un concepto que importa de Francia debido a que vivió once años en el país galo.

-¿Aquello le marcó de una manera especial?

-Conocía en profundidad el pensamiento de la Revolución Francesa de 1848. El lema de libertad igualdad, fraternidad él lo trastoca al tema religioso. Defiende que estos ideales tienen una realización religiosa y la iglesia tiene que ser una fraternidad, una familia y una comunidad de servicio. De ahí que las comunidades seamos cercanas, pobres y sencillas.

-¿Por sus ideas el fundador encontró dificultades entre la curia de aquella época?

-Sí, muchas. Es uno de los santos que hoy nos da modelo de lo que es amar a la Iglesia siendo perseguido por ella. Su planteamiento chocó mucho, tanto que el padre Palau cuando murió no podía celebrar misa ni confesar. Los puntales espirituales de su pensamiento son la fidelidad a la Iglesia, la colaboración, el amor a la eucaristía en cuanto a que es misterio de Iglesia. Transmitimos el amor a María en cuanto a que es la figura de la Iglesia. El padre Palau difundió el afecto a María en Ibiza, donde creó un primer santuario mariano. Nuestro carisma es mostrar la belleza de una iglesia entendida como una comunidad sencilla, pobre y cercana.

-¿Cómo han llevado a cabo esa labor de fraternidad?

-El campo que abarca la orden es bastante grande porque no estamos restringidos ni a colegios ni a labores de sanidad. Respondemos a las necesidades concretas de cada Iglesia local. Por nuestro carisma no podemos anclarnos en un área de trabajo. En Zamora atendemos a los sacerdotes desde 1984 porque nos lo pidió el obispo. Primero estuvimos en una clínica que enfermos y luego pasamos a ocuparnos de los sacerdotes. Me parece extraordinaria la función que realizan mis compañeras que atienden a una treintena de presbíteros. En este momentos somos 735 hermanas en todo el mundo que trabajamos en 24 países.

-¿Y los hermanos?

-En la Guerra Civil mataron a casi todos los hermanos. En una de las beatificaciones próximas incluirán a cuatro de los carmelitas que martirizaron en 1936. El último de ellos falleció en el año 1963.

-¿Fue complicado el proceso de beatificación del fundador?

-Fue muy largo porque se fundamentó en documentación. Se tardó en introducir la causa porque era un personaje contradictorio. Yo hice la investigación en cientos de archivos en toda España y de Francia. La positio histórica, que tiene unas 1.800 páginas, ha sido puesta como modelo, ya que tiene algún capítulo dedicado a la oración de la sanación de endemoniados que fue muy laborioso de confeccionar.

-¿Y prevé la misma dificultad en la canonización?

-Una vez beatificado la Santa Sede pide que se produzca un milagro por intersección del beato para proseguir con la canonización. Hemos tenido constancia de que en Zamora se ha podido producir ese milagro. Ahora tenemos que comprobar el supuesto milagro y documentarlo, un proceso que todavía no hemos realizado.

-¿Y las vocaciones?

-Depende las zonas del mundo, pues contamos con presencia en distintos continentes. En África estamos muy extendidas y existe bastante noviciado. En cambio en Asia estamos empezando a tener presencia en Filipinas, donde comprobamos que aparecen vocaciones.

Crevillente (Alicante), 1942

Sintió la llamada a la vida religiosa en un retiro en su pueblo natal. En dos meses decidió si contraía matrimonio o dedicaba su vida a Dios y optó por lo segundo. Procesó por esta orden, tras conocer en su población la existencia de las hermanas carmelitas misioneras teresianas. «Las conocí y tuve claro que quería formar parte de esta congregación porque eran misioneras», explica. Desde postulante le interesó la figura del fundador, el padre Francisco Palau, en cuya beatificación tomó parte activa al investigar y redactar la positio histórica. Ha estado destinada en distintos lugares en España, principalmente en colegios, a lo que sume su labor en Colombia y durante tres etapas ha vivido en Roma, donde ahora reside. Ha escrito varios libros sobre la espiritualidad e historia del fundador y también los dos volúmenes centrados en la historia de la orden.