Tres jubilados que habitualmente viven en Madrid pero pasan largas temporadas en el pueblo se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial, en el juicio por lesiones derivado de una pelea en la que se vieron implicados todos ellos el 12 de julio de 2009 en Triufé, como consecuencia de las desavenencias surgidas por la utilización del agua de un pozo.

Hacia las doce y media del mediodía Manuel S. F. y Avelino P. G. mantuvieron una discusión en la zona donde este último tenía unos aspersores de riego y el primero un huerto. Avelino dijo que Manuel le amenazó con matarle si se acababa el agua del pozo, mientras este último asegura que él habló correctamente y a un comentario sobre el uso del agua fue Avelino el que replicó que «le tocaba los cojones si se acababa el pozo».

Acto seguido Manuel se fue para casa y se encontró con el otro implicado, José R. L., que portaba un palo. Manuel llegó hasta su domicilio y cogió un zacho (una pequeña azada con dos pinchos en la parte opuesta que se usa para trabajos de huerto). Ambos se enzarzaron en una pelea en la que el peor parado fue José, que estaba recibiendo golpes y patadas hasta que llegó Avelino, con una garrota, para mediar en la discusión y se llevó un fuerte golpe en la cabeza que le dejó inconsciente, tirado en el suelo con un charco de sangre. «Ahí se acabó Avelino, ya no recuerdo más hasta que no desperté en el hospitalillo de Puebla» aseguraba el propio afectado en el juicio. Manuel admitió haber sido el autor del golpe «pero con el mango del zacho, porque si le doy con la herramienta sí lo mato de verdad».

José asegura que él no tuvo nada que ver en el incidente. Oyó la riña previa de Avelino y Manuel y cuando se asomó a la puerta de su casa, con un palo de los que utilizaba para los cultivos del huerto, vio a este último cómo cogía un zacho y una vecina le advertía que iba a por él. A continuación sintió un golpe en la espalda y luego una lluvia de puñetazos y patadas. Avelino, por su parte, explica que él llegó cuando Manuel tenía a José en un estado de postración, en posición fetal resguardándose de los golpes que le propinaba. No hizo más que llegar a su altura cuando Manuel le soltó el palazo que le dejó inconsciente.

Manuel por su parte, dijo que fue José el que se le acercó con el palo y posteriormente Avelino el que le atizó con la garrota, de ahí que sufriera una herida en la cara. Como eran dos contra uno, simplemente se defendió. Además de los tres testimonios compareció ante el tribunal una vecina, Encarnación, que vio buena parte de lo sucedido, ya que sintió las voces de la pelea entre José y Manuel y cuando salió observó también cómo Avelino se llevaba el golpe con el mango del zacho y caía inconsciente en un gran reguero de sangre. «Creía sinceramente que lo había matado» y así se lo dijo a Manuel, quien siguió golpeando a José. No supo en cambio determinar quién había herido en la cara a Manuel.