El creador zamorano Alberto de la Torre Mayado presenta la próxima semana un tríptico de grandes dimensiones en la iniciativa «DecorAcción» en la capital de España.

-Sus campos de interés ahora son?

-Estoy trabajando en batallas que pueden ser más o menos hostiles, más modernas o más arcaicas. Son cuadros que representan el deleite de la agresividad que nos produce la contemplación de la violencia en el arte. Es una serie que estoy alternando con otra, centrada en torres de Babel. Son estructuras en derrumbe, endebles, pobres, recicladas? Quizá acaben teniendo una traducción en escultura, pero todavía estoy en la fase de darle una coherencia, sin llegar a ella porque creo que alcanzarla sería la decadencia de un estilo.

-En ellas, ¿apuesta por el rico colorido presente hasta ahora en sus obras?

-Sí, utilizo muchas tonalidades. Desde hace tiempo empleo muchos colores y he encontrado un interés en lo cursi, que es un campo muy universal. Para mí cursi no tiene que ver con lo refinado. No es el extremo de lo rococó, sino que es una dictadura del placer que se impone sobre las formas de la realidad que son mucho más dramáticas y abstractas. Como intelectual yo me siento totalmente fracasado y el único camino que me queda es lo cursi.

-Y, ¿cómo lo está plasmando?

-No es el cursi estereotipado de las cosas horteras. Este cursi lo estoy desarrollando a través de un estudio del universo de la botánica y de las relaciones sexuales de los hongos y los insectos. Me interesan las relaciones de las sociedades que desconocen sus cualidades de reproducción. El reino animal me ha dado la pauta para tener una producción artística que relaciona el refinamiento francés con la brutalidad africana, presente en las cabezas que he trabajado con anterioridad. Creo que europeízo lo animal. Traigo desde lo cursi la pintura elaborada y meditada, pero, al mismo tiempo, muy floral y a veces muy pueril.

-La próxima semana está presente en «DecorAcción» en Madrid.

-Colaboro en este evento, en el que participan arquitectos, interioristas y otros artistas, que tiene lugar en el barrio de las Letras de Madrid a partir del día 29 de septiembre. Mis obras se suman a la escenificación de RB Interior que intervendrá en el espacio de la biblioteca del Teatro Ateneo de Madrid. La biblioteca consta de dos estancias, una sala está centrada en la suntuosidad romántica y la otra versa sobre una representación del bosque, en su sentido alegórico que puede ser el camino, el hallazgo o la idea de renovación. En esta parte se encuentran mi obra. Un tríptico, de gran formato, integrado por «El árbol de la luz», «El caballo», una pieza de gran formato, así como «El bosque de Birman», que se basa en una escena de Macbeth. Son obras numinosas, a veces esotéricas, con gran colorido. Creo que esta iniciativa es un escaparate de ideas para un público heterogéneo. Es la primera vez que participo en algo similar con distintas perspectivas artísticas.

-Tras Madrid, ¿qué proyectos tiene?

-Estaré el próximo mes de abril en la galería zamorana «Espacio 36». Fue a raíz de conocer el nuevo espacio expositivo. Nos pusimos en contacto y acordamos unas fechas. También mostraré mis obras en diciembre, de nuevo, en Madrid. Ambas serán exposiciones individuales.

-Retornará a Zamora tras mucho tiempo sin mostrar en su tierra.

-La exposición de Zamora llega tras la que tuve en La Encarnación en 1999. Es una deserción porque no hago carrera de mi trabajo. Mi trayectoria es irregular y accidentada, con fracasos, que deberían de estar en auge ahora que ha fracasado el capitalismo. No nos damos cuenta de que nuestros fracasos son interesantes, son reales y crean historias y de ellos hablamos los artistas. Yo aludo a ellos constantemente, aunque parece que incomoda. Mis obras son accidentes, a veces son errores y a veces son mediocres. Esa fatalidad me hace ser artísticamente como soy. No hay estilo y no hay coherencia, aunque sí tengo ciertas influencias en toda mi obra.

-¿Qué influjos es consciente de tener?

-En primer lugar la influencia de mi padre, Alberto de la Torre Cavero. Es tan extraordinaria la obra de mi padre que pueden ir en paralelo muchos trabajos que yo hago ahora con planteamientos que el tuvo hace años. Es una experiencia muy gratificante que su inteligencia tenga una modernidad y una actualidad con mi vida. También me ha influido la naturaleza o Durero, entre otros. Creo que me gustan los artistas que tienen una antropología, que su obra no está asociada a una época.

Zamora, 1974.

Estudió Bachillerato Artístico en el Instituto de Artes Aplicadas de Zamora y posteriormente Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. «Siempre he huido de las etiquetas de artista», «Me considero un explorador, un investigador que está captado campos de interés», señala. Defiende no tener un estilo, aunque en sus obras haya ciertas influencias constantes. Desde el año 1995 se ha dedicado a la pintura y ha realizado numerosas exposiciones, individuales y colectivas con éxito de público y ventas. Ha expuesto en diversos espacios singulares de Ibiza el pasado verano y la próxima semana exhibe un tríptico de gran tamaño en «DecorAcción» en el barrio de las Letras de Madrid.