Zamora es la primera provincia del país que cuenta con un estudio específico sobre la relación entre la geología y el vino. El trabajo, con formato de libro, fue presentado ayer en el transcurso de la inauguración de las Jornadas Médicas de Otoño de la Fundación Científica Caja Rural, con presencia del presidente de la cooperativa de crédito, Manuel Ballesteros, el director de la Fundación Científica, José Miguel Diego, la vicerrectora de investigación de la Universidad de Salamanca, María Ángeles Serrano, y la directora de la Escuela Politécnica Superior de Zamora, Margarita Morán. En el mismo acto se entregó el premio al proyecto de investigación de la Escuela Politécnica Superior 2011 que concede la Fundación y que ha ido a parar al trabajo sobre un sistema para la telegestión de los libros de registro de las explotaciones agrícolas y ganaderas. El galardón lo recogió el investigador del proyecto, el zamorano Jesús Ángel Román Gallego.

La presentación del libro «Geología y Vino» de Begoña Fernández Macarro, Mariano Yenes García y Serafín Monterrubio, corrió a cargo de estos dos últimos autores, muy satisfechos por el resultado de la cuidada edición en la que han colaborado la Universidad de Salamanca y la propia Fundación Caja Rural. La obra ve la luz como resultado del trabajo de investigación financiado por la entidad crediticia zamorana sobre «Caracterización geológica de las zonas productoras de vino en la provincia de Zamora».

Zamora cuenta con cuatro zonas vitivinícolas: Benavente, Toro, Tierra del Vino y Arribes del Duero. Monterrubio explicó que en la zona de Benavente los viñedos están en «terrenos de formación reciente. Son fundamentalmente sedimentos antiguos de río y mucho canto rodado. En algunos casos, como dicen los viticultores, alzan barro, o sea que debajo de esa capa de grava, hay arcillas terciarias». La zona de Arribes «es la más característica, porque son rocas antiguas, zócalo hercínico, granitos, esquistos, gneises. Desde el punto de vista geológico, son suelos desarrollados directamente por la alteración de estas rocas y es la zona más peculiar de todas», señaló Serafín Monterrubio.

Tierra del Vino y Toro «son muy parecidas, ya que una es la continuación de otra. Y geológicamente también. Básicamente son sedimentos terciarios de la Cuenca del Duero y luego también sedimentos recientes del mismo tipo que los comentados en Benavente».

Una cosa son las revelaciones de este estudio, novedosas, y otra determinar si unas determinadas características geológicas son más aptas para producir vinos de calidad. «El asunto de la idoneidad es algo relativo. Las zonas de viñedo tradicionalmente se han colocado en terrenos que no eran aptos para otros cultivos», señaló Monterrubio. Pero además del terreno influyen factores como el clima, el tipo de viña y uva y también las formas de elaboración, el factor humano.