Resultó ser un viejo conocido de la policía y de la justicia. El hombre armado con una pistola que retuvo ayer a los seis empleados de la oficina de Allianz Seguros de la calle de Santa Clara, durante hora y cuarto, entre las 10.45 y las 12.00 horas, tiempo que tardaron los agentes en reducirle y detenerle, acababa de salir de prisión hacía un año y medio. Al parecer el delincuente, de 51 años de edad, había pasado siete en la macroprisión de Topas, tras ser condenado por maltrato a su expareja en varias ocasiones, según manifestó a este diario su familia, que asegura que es drogadicto.

De hecho, durante la retención de los trabajadores -dos mujeres y tres hombres-, mientras les amenazaba de muerte con el arma corta de 9 milímetros, «si cogían el teléfono o se movían», consumió en varias ocasiones estupefacientes, posiblemente cocaína, situación que creó mayor nerviosismo e inquietud entre los rehenes, señalaron fuentes próximas a las víctimas. Al tiempo, el hombre cuyas iniciales son A.J.J., de etnia gitana y vecino de la calle de Cantón, en el barrio de Pinilla, les amenazaba con dispararles si no le entregaban «un dinero, 192.000 euros (32 millones de pesetas), que reclamaba por la indemnización que debió haber cobrado hace 19 años por sentencia, después de que casi se muere en un accidente de tráfico», explica la familia del detenido. Su hermana justificaba la actitud del detenido «porque se ha vuelto loco, se le han cruzado los cables de pensar que le comieron el dinero la compañía de seguros y el abogado que tuvo».

Un disparo

Poco antes de las 12.00 horas, la Policía Nacional decidió, después de varios minutos de negociaciones infructuosas con el arrestado para que se entregase y dejara en libertad a los trabajadores, derribar la puerta de acceso e irrumpir en el inmueble para reducir al delincuente, acción que realizaron, según las mismas fuentes, cuando A.J.J. estaba consumiendo de nuevo droga. Simultáneamente los agentes efectuaban un disparo «contra la mampara de cristal» del habitáculo en el que se hallaban los empleados con su secuestrador, indicó la subdelegada del Gobierno, Pilar de la Higuera. Se trataba de la sala de reuniones de la oficina, donde el delincuente había reunido a todos y donde fue reducido y detenido por los policías sin que se produjera ningún herido. Tan solo el arrestado sufrió unos cortes en la cara por el impacto de los cristales.

En la escena solo faltaba el director de la oficina, que poco antes de las 11.30 había logrado escapar «tras un descuido de su secuestrador». La sangre fría y la valentía del responsable de la oficina evitó que el episodio pudiera terminar en tragedia, ya que el detenido llegó a encañonar a sus rehenes.

Vinculado algunos años al «clan de los Chinches» como ex marido de la conocida como «Maribel», cuyas iniciales son I.L.J. -hija del patriarca de Las Llamas y que actualmente cumple condena por tráfico de drogas-, el vecino de Pinilla aparcó su coche en la calle de Flores de San Torcuato. Con sombrero y maleta negra, entró en el pasaje particular que conduce a Santa Clara, para subir hasta la oficina de la aseguradora, donde entró para reclamar el dinero. Tras su detención, hacia las 12.30 horas fue trasladado a la Comisaría de Zamora para prestar declaración a última hora de la tarde.

Amenazas de muerte y tensa negociación: «Si cogéis el teléfono, os mato»

Todos los esfuerzos por convencerle fueron inútiles. Por más que los empleados de la aseguradora Allianz trataron de negociar con el hombre que dirigía hacia ellos una pistola en todo momento, no hubo forma de que se aviniera a razones. De nada sirvió que le explicaran que en la oficina no disponían de la cantidad de dinero que exigía, los 192.000 euros. Y de mucho menos que le solicitaran «que les dejara llamar a la central de Madrid para pedirlo», indican fuentes próximas a la investigación. Su respuesta fue contundente: «Si cogéis el teléfono, os mato a todos, uno por uno». El ahora detenido y acusado, entre otros delitos, de retención ilegal, acusaba constantemente a la compañía de seguros «de haber arruinado su vida y haberle dejado sin familia», los mismos argumentos que ofreció a los policías cuando fue interrogado.