Que las pinturas rupestres halladas en la provincia no sean tan antiguas y numerosas como las de Altamira o Siega Verde -ambas patrimonio de la humanidad- no justifica el manto de olvido que envuelve las manifestaciones presentes en Santa Eulalia, San Martín del Pedroso y Manzanal de Arriba. De ahí que sorprenda la iniciativa de esta última localidad, cuyo ayuntamiento ha encargado a los arqueólogos José Carlos Sastre y Manuel Vázquez la elaboración de un proyecto de puesta en valor, que ayer fue presentado en la clausura de las I Jornadas de Jóvenes Investigadores del valle del Duero.

El principal problema que presenta el arte prehistórico de la provincia es, precisamente, el abandono que hace peligrar la conservación de vestigios «muy endebles». El propio Sastre eligió la provincia para analizar en su tesina -publicada en 2006 por la Universidad de Granada- el grado de deterioro en el que se encontraba la llamada pintura esquemática. Uno de los análisis se centró en la interesante Covacha del Portillón, situada en la Sierra de la Culebra, que ahora Manzanal de Arriba quiere preservar.

Las pinturas, que son abundantes en toda la península y el sur de Francia, pertenecen a la Edad del Bronce, hace unos cuatro mil años. Representan «formas humanas y de animales, aunque también hay figuras geométricas, símbolos cuyo significado no se puede extrapolar al momento actual», explica el autor del estudio. Según su análisis, debieron de estar relacionadas «con lugares importantes para su vida», ya que aparecen en «zonas elevadas o junto a cursos de agua».

Ubicada en el entorno natural de la Culebra, esta pequeña cueva «no era una zona de hábitat», sino sólo «de refugio, para pasar un corto periodo» al abrigo de las inclemencias del tiempo. Resguardados, aprovechaban las paredes pétreas para dibujar y grabar imágenes sobre sus preocupaciones cotidianas.

El proyecto que persigue el Ayuntamiento de Manzanal de Arriba, tal y como han establecido los arqueólogos responsables, comprende el estudio y análisis de las pinturas y el entorno de la Sierra de la Culebra para «extraer la máxima información» para realizar más tarde un cerramiento respetuoso con el paraje medioambiental. Ésta es una de las actuaciones más importantes para proteger los grabados del deterioro al que están sometidos tanto por el hombre como por la propia naturaleza. De hecho, en una exploración reciente, José Carlos Sastre pudo evidenciar grabados recientes fruto del fácil acceso a la covacha.

Así, el siguiente paso sería la «realización de carteles informativos para que la gente llegue al sitio y entiendan las pinturas que se encuentran en el sitio y el entorno». A más largo plazo, el propio Manzanal de Arriba tiene en mente habilitar un centro de interpretación para «situar las pinturas en un contexto más global dentro de la península ibérica» mediante guías, audiovisuales o maquetas.

Esta aislada iniciativa no impedirá, sin embargo, que otros yacimientos de Castilla y León hayan ganado la batalla de la popularidad. Sastre opina que «el núcleo esquemático zamorano ha pasado desapercibido porque todos los estudios se se han centrado en las Batuecas (Salamanca), el Duratón (Segovia) o Valonsadero (Soria)». Es cierto que estos lugares «tienen más manifestaciones» pero «todos son importantes porque nos están ofreciendo información». Y es que todo arte rupestre tiene «una relevancia enorme» como reconoce la Ley de Patrimonio.

Santa Eulalia de Tábara, San Martín del Pedroso y la sierra de la Culebra

Tal y como han estudiado Ángel Esparza, Ramón Fábregas o Grande del Brío, las referencias de arte esquemático de la provincia se encuentran en tres emplazamientos. Los grabados del castro tardorromano de El Castillón han emergido las últimas semanas por los trabajos de excavación que se están llevando a cabo.