El pintor Marcos Rubio muestra en «Paisajes» 43 obras de parajes, principalmente de Zamora y la región, en la sala de exposiciones de La Encarnación.

-Usted es un pintor autodidacta que en el año 1982 tuvo su primera oportunidad expositiva en Madrid.

-Mostré mis obras en la galería Ingres de Madrid, cerca del Museo del Prado. Realmente comencé debutando en Las Ventas porque los artistas que allí exponían eran muy buenos. Tuve esa suerte gracias a un comentario de un periodista que tenía relación con las personas que regentaban la tienda donde compraba mis materiales para pintar y donde enmarcaba. Recuerdo que me preguntó si no exponía, le dije que no, y me indicó que fuera a una galería de su parte. La primera crítica me la hizo el experto Mario Antolín que dijo que el éxito de ventas de esa muestra debía de servirme de estímulo para la búsqueda de su personalidad creadora. Han sido unas palabras que no he olvidado.

-¿Cómo ha sido esa búsqueda?

-Creo que he mantenido mi línea. Soy totalmente autodidacta. Cuando comencé no había visto pintar a nadie y creo me ha costado mucho más que si hubiera tenido algún profesor. Tengo un estilo que cualquiera que ve un cuadro lo identifica rápidamente. Tiendo mucho a reflejar la realidad, a veces demasiado. En ocasiones pintando del natural con un amigo me comentaba que pintaba demasiados detalles.

-¿Siempre ha optado por el paisaje?

-Comencé con el paisaje y la figuración, pero finalmente me decanté por el paisaje porque intento que no haya nada que distraiga a quien observa el cuadro. Creo que soy paisajista porque llegó un momento en el que comprendí que lo que más me gustaba era pintar la naturaleza. Incluso me han comprado algunas obras autores que pintan figuración porque les ha llamado la atención alguna de mis creaciones.

-La luz tiene mucha fuerza en sus obras.

-He expuesto en distintos puntos de España y me han hecho comentarios sobre cómo capto la luz de Galicia o de Levante, en cuadros tomados de lugares de allí, pero que carecían de referencias de un lugar.

-Sus cuadros, ¿son un testimonio de la riqueza natural?

-Sí. Pinto lo que he vivido y he conocido. Nací en un pueblo leonés lo que me ha permitido conocer y contemplar la naturaleza que ha sido mi fuente de inspiración. Disfruto saliendo al campo y posteriormente intento transmitir los sentimientos que me produce la naturaleza. En esta exposición hay cuadros de la zona de Malva, del río Duero en distintos puntos de Toro y de Zamora, como Los Tres Árboles. También muestro un cuadro de Ribadelago, que fue publicado por Unicef en una de sus tarjetas de Navidad, o parajes de Guadalajara.

-El Duero está muy presente en «Paisajes», ¿por qué?

-Se debe a que desde muy pequeño, desde los ocho años, he estado en contacto con él. Cuando dejé mi pueblo mis padres vinieron para esta zona. En el agua hay vida y al lado del río hay una gran variedad de arboleda, de plantas? Voy por la orilla del río y disfruto.

-Algunos de los parajes que exhibe en la sala de exposiciones de La Encarnación han desaparecido. Sus pinturas son una crónica de cómo eran antes de su destrucción.

-He ido viendo cambiar muchísimo los paisajes durante estos años. Como el paisajista inglés Constable sufro cuando veo que talan un árbol. En Zamora me ha pasado mucho, dado que las zonas de los Tres Árboles o de los Pelambres han evolucionado. Con las obras del nuevo puente también se está cambiando los alrededores de la ciudad. Creo que los avances no deben de estropear el entorno y la belleza del medio ambiente.

-Cuenta con muchas obras repartidas por colecciones privadas de medio mundo y en museos, ¿le han propuesto impartir clases?

-Sí, me lo han pedido en varias ocasiones. No lo hago porque yo no sé. Pinto porque es algo que hago por intuición por eso me gusta que los aficionados se fijen en mis pinturas y las copien.

-Tras esta muestra en Zamora, ¿qué proyectos tiene?

-De momento nada. De hecho esta exposición se comenzó a gestar hace más de un año. Hasta ahora no he tenido ninguna dificultad en exponer, aunque están comenzando a desaparecer galerías de arte por la crisis. Otro tanto sucede con las obras sociales de entidades financieras que han disminuido sus actividades porque no tienen dinero. Creo que ante eso no nos queda más que seguir trabajando. En mi caso siempre he pintado por satisfacción personal. Si vendo sufro porque me tengo que desprender de un cuadro y en caso de que no se adquiera obra, creo que no han gustado. ¡Toda una paradoja!

León, 1948

Casado con una mujer de Fresno de la Ribera. Padre de tres hijas y con siete nietos. Cuenta con más de 70 exposiciones en su trayectoria pictórica que comenzó de manera casual en 1982. Autodidacta, gusta de plasmas el paisaje porque ama la naturaleza. Ha pintado más de un millar de obras que ahora tiene repartidas en colecciones particulares y museos. «Tengo obras colgadas al lado de un Renoir y de un Sorolla, lo que es impresionante. Todo un sueño», precisa. Le mucha mucho el deporte. Ahora practica frontenis y pádel. También, siempre que puede, juega al fútbol con sus nietos .