Ningún grupo de científicos independiente a la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN) tendrá que verificar la intrincada teoría de «La sombra de la luz», la novela que el zamorano Enrique Cortés publicó en 2010. Lo que narra la obra -ganadora del Premio Astro de Ficción Científica- es pura ficción. Sin embargo, ya cuestiona dos de los pilares de la teoría de la Relatividad de Albert Einstein. Uno de sus argumentos apunta que la extrema ligereza de los neutrinos, partículas subatómicas sin carga, les permite viajar más rápido que la luz. Justamente lo mismo que fascina estos días a la comunidad científica, que apuesta más por un error en las mediciones que por quitarle parte de la razón a Einstein.

El científico formuló la teoría en 1905 en poco más de quince páginas. En el marco de sus enunciados, Einstein aseguraba que nada podría viajar por encima de los 300.000 kilómetros por segundo, la velocidad de la luz. De conseguirlo, supondría realizar un viaje al pasado, una afirmación que casa tanto con la ficción como la novela de Cortés.

Y es que en «La sombra de la luz», una estación espacial situada a millones de kilómetros de la Tierra emite mensajes sin sentido. La Agencia Espacial Europea organiza un proyecto para acudir a la instalación y resolver el enigma. El imaginario doctor Radbruch, responsable de la misión, parece calcar los argumentos que estos días bullen en el CERN. «Éramos pocos los que pensábamos que Einstein podía estar equivocado en dos de sus postulados básicos: ni el tiempo transcurre más lentamente en un punto de referencia en movimiento que en uno en reposo, ni la velocidad de la luz es la máxima que se puede alcanzar», asevera.

En el caso de los neutrinos -partículas que viajarían 60 nanosegundos por encima de la luz según las pruebas preliminares del CERN-, Cortés mezcla con soltura diferentes parámetros físicos para incidir en la ligereza de estos elementos subatómicos. «Se suele decir que se necesitaría un bloque de plomo con un lado que midiese un año luz (9,46 billones de kilómetros) para detener la mitad de los neutrinos que lo atravesasen», ejemplifica. Carentes de relación con la materia, los neutrinos «podrían llegar a parecer más veloces que la luz», detalla.

Y es que el autor de «La Torre» va más allá al esgrimir que «el transcurrir del tiempo sería diferente para los neutrinos que para las partículas que conforman el resto de la realidad, incluida la luz».

«La sombra de la luz» es pura ficción, cierto. Pero los argumentos que estos días dan a conocer los científicos también lo parecen. Viajar al pasado es un concepto que, hoy por hoy, es más propio de las salas de cine que del mundo real.