Judit Calvo

Del baúl de los recuerdos al pleno rendimiento. Las 31 máquinas que ya descansaban en paz en los talleres del IES Universidad Laboral están regresando una a una a la vida, gracias a un proyecto liderado por el profesor Antonio Peláez y la empresa Inzamac.

«Intentamos crear un procedimiento para ir adaptando cada máquina a las nuevas normativas de riesgos laborales, cada una con los sistemas específicos que necesita para garantizar la seguridad de las personas que las van a manipular», explica el alma máter del proyecto, Antonio Peláez.

Con 20.000 euros de presupuesto, aportados por la Consejería de Educación, se financia la adaptación de la treintena de máquinas a las exigencias marcadas para evitar accidentes, mientras que, por ejemplo, un torno nuevo, tiene un coste de unos 15.000 euros en el mercado. «Con el precio de lo que vale una ponemos al día todas las máquinas que teníamos paradas en el taller del centro», se expresa Peláez, quien gracias a su ingenio ahorra a la administración unos 465.000 euros en fresadoras, taladros o amortajadoras.

Son los propios alumnos los que, a modo de prácticas reales, se encargan de la adecuación de los aparatos bajo la batuta de su profesor. «Los estudiantes están guiados en todo momento en cuanto a la adecuación de las máquinas a los riegos laborales y luego contamos también con el departamento de Fabricación Mecánica y Mantenimiento para que hagan los montajes y la adecuación eléctrica. Es una oportunidad magnífica para los alumnos se inicien en aspectos de trabajo como los que se van a encontrar el día de mañana cuando se incorporen a la industria», se pronuncia el docente.

Esta transferencia tecnológica tiene también aplicación en maquinaria distinta a la que se utiliza en los ciclos formativos del IES Universidad Laboral, «por ejemplo, para un horno de cocina de las titulaciones del Centro Integrado de Formación Profesional que no respete las normas de seguridad, se puede hacer uso de esta tecnología, para adaptarlo a la normativa de riesgos laborales», explican desde el instituto.

El proyecto lleva en marcha desde el mes de febrero y tiene una duración de cuatro años, «en los que desarrollamos la tecnologías por etapas, primero una máquina, luego otra, pero siempre que estén en centros formativos, no vamos a hacer la competencia a la empresa privada. Para ello contamos con el apoyo de Inzamac, para que luego tenga nuestro procedimiento y lo pueda sacar al mercado», comenta Peláez.

Fotocélulas, pantallas, protectores frontales, laterales o traseros, son algunos de los «arreglos» que la maquinaria necesita para mirar de frente a los nuevos tiempos. Lo retro vuelve. Por calidad y precio, este proyecto tiene mucho futuro.