En las primeras elecciones autonómicas del año 1983 Ana Sánchez era apenas una niña, que se criaba en Coreses con su familia. «Soy de Coreses, aunque ya de niña nos vinimos a vivir a Zamora. Pero volvíamos al pueblo todos los viernes, y a Monfarracinos, los pueblos de mis padres». Ana tenía ya en su familia ejemplos de vinculación con la vida política o asociativa en general. No en vano, su abuelo, Miguel Sánchez, fue durante muchos años alcalde socialista en Monfarracinos y su hermano, José Luis Sánchez, fue uno de los fundadores de Coag. Hija de padres muy jóvenes, en casa se vivía con pasión la política: Era una generación que pasaba de la dictadura a la democracia y los progenitores de Ana se alineaban con el pensamiento de izquierdas. «Mi madre es felipista acérrima». En esas elecciones, las del 83, salió elegido Demetrio Madrid, que para Ana «era un referente, porque en casa había oído hablar mucho de él». Por eso, cuando se afilió al partido y se lo encontró, cara a cara, en un pasillo «no me lo podía creer. Después he entablado con él una gran amistad».

La senadora y candidata número uno del PSOE a las Cortes de Castilla y León se afilió a este partido sólo días después de votar por primera vez, precisamente en las generales en las que Felipe González perdió el Gobierno. «Fue por esa sensación de compromiso, una actitud ante la vida de defensa de los valores de igualdad o justicia social. Sentí la necesidad de dar un paso adelante, comprometerme con mi forma de entender la vida, mi ideología. En momentos difíciles teníamos que sumar, echar un cable, trabajar a futuro». Y tanto. Ana Sánchez sería una de las cuatro delegadas de Zamora que, junto con otros compromisarios de todo el país, auparon a José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del Partido, y posteriormente llegaría a presidente del Gobierno.

Ejemplo de política precoz, Ana Sánchez se convertía en concejala del Ayuntamiento de Zamora con tan solo 21 años, una experiencia «muy positiva, porque la política municipal es la más cercana al ciudadano». El paso lo dio como algo natural, ya que estaba habituada a implicarse en distintas actividades de la vida de la ciudad. Ha sido árbitro de voleibol, voluntaria de Cruz Roja, miembro de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, de la ONG Solidaridad Internacional y pertenece al grupo folclórico Sedeiro, por citar sólo algunas actividades. El siguiente paso fueron las Cortes de Castilla y León, donde le tocó desempeñar la portavocía de deportes de su partido. Fue una etapa de trabajo con el mundo del deporte, del que guarda uno de sus recuerdos «más gratos de la política, quizá porque es gente en la que predomina el afán de superación y el espíritu de voluntariado». Reconoce que el paso a la política nacional, como senadora «me dio cierto vértigo», aunque el aval y respaldo de sus compañeros de partido junto con la experiencia adquirida en el funcionamiento de las instituciones municipal y regional eran armas con las que contaba para desempeñar su tarea con éxito.

Ahora, a sus 33 años, alcanzadas altas cotas de responsabilidad política, como es encabezar la lista de su partido a las Cortes, Ana Sánchez guarda pocos recuerdos del año 1983, cuando empezó todo esto. «En esas primeras elecciones estaría corriendo por el arroyo a casa de mi abuela».