Un centenar de mujeres maltratadas, algunas sin haber llegado a denunciar a su agresor, recibieron el año pasado asistencia psicológica y orientación sobre sus derechos en la Oficina de Atención a Víctimas de Delitos, que también dio ayuda a tres hombres que han sufrido violencia por parte de sus parejas y a algún menor de edad afectado por esa conducta del padre hacia su madre. Entre las personas, que acudieron a este servicio gratuito del Ministerio de Justicia, se encuentran algunas mujeres que fueron víctimas de delitos sexuales y de acoso laboral.

Desde enero pasado, la psicóloga de la Oficina, Silvia Casaseca-Aliste, trata a 62 personas que han estado sometidas a situación de maltrato físico o psicológico, o ambos, el 97 por ciento son mujeres, que acuden a su consulta gratuita una vez a la semana o cada mes o mes y medio, «en función de la fase de la terapia en la que se encuentren». En 2010 iniciaron las sesiones 41 víctimas, entre las que hubo un número pequeño de varones y de menores. Un total de 13 recibieron el alta definitiva, si bien hay pacientes que llevan más de un año en terapia.

La media de edad de las féminas que sufren las agresiones de sus parejas se sitúa entorno a los 29 años, aunque «entre ellas hay jóvenes de entre 18 y 20 años. Es significativo que establezcan este tipo de relaciones y tengan dificultades para denunciarlo», agrega Silvia Casaseca-Aliste, «cuando se supone que han tenido otra educación distinta» a la de sus madres y abuelas y, sin embargo, «no son capaces de desgancharse y aguantan la violencia de género», lo que se explica entre otros factores «por su baja autoestima, por su inseguridad». En todos los casos, se observa «inestabilidad emocional y en la mayoría síntomas depresivos y de ansiedad, trastorno de estrés prostraumático», cuadro denominado síndrome de la mujer maltratada.

Generalmente todas han estado años viviendo agresiones físicas y psicológicas o sólo de este último tipo, aunque no se puede determinar el promedio de tiempo, añade la psicóloga, que se ha encontrado con víctimas que llevaban dos años con su maltratador y otras 40. Estas féminas no necesariamente reproducen patrones familiares, la propia carencia de autoestima puede llevarlas a engancharse de un hombre maltratador.

En la Oficina de Víctimas reciben ayuda, asistencia especializada y orientación sobre cómo atajar el problema y restituir su integridad psicológica. Una mano que se tiende sin necesidad de que la mujer tenga que llevar a los tribunales a su pareja, si bien «es imprescindible que lo hagan para que se pongan en marcha las medidas de protección y seguridad que existen: Sin denuncia no hay protección», advierten Casaseca-Aliste y el responsable de la Oficina, Ángel Muñoz Pérez, quienes rebaten enérgicamente el extendido tópico de que un porcentaje elevado de denuncias son falsas, «no es verdad, en esta Oficina no se ha detectado ningún caso en nuestra labor asistencial. Siempre hemos atendido casos reales».

Para lograr que el violento termine sentado en el banquillo y condenado es fundamental la «implicación de la familia y el entorno» de su víctima, quien normalmente «se retrae a la hora de acudir al juzgado por el miedo a la reacción del agresor y a enfrentarse a todo lo que supone el proceso judicial, también por el qué dirán». Y, sobre todo, «por la gran dependencia emocional», de todo tipo, que tienen de su verdugo, «lo que les impide ver que están siendo maltratadas. No confían en ellas mismas, no tienen autoestima; ellos les han ido aislando poco a poco de sus amigos y de sus familias y ellas piensan «¿quién me va a ayudar?». El hombre les promete que cambiará y ellas le creen hasta que ven que no será así y que deben hacer algo, especialmente cuando tienen hijos», declara Casaseca-Aliste. La decisión es muy difícil para estas víctimas y buena parte rompe el círculo «porque hay una agresión más fuerte de lo habitual y requieren una atención sanitaria, u otras personas observan las lesiones físicas o psicológicas, o porque llega un punto en el que ya no pueden aguantar más. Toman consciencia de que su pareja las puede matar, incluso aunque no haya habido maltrato físico», agrega la psicóloga.

Los maltratadores, a los que «nunca hay que disculpar», advierte, se caracterizan por «controlar absolutamente a su pareja, emocional, física y económicamente, les dan el dinero justo para las compras diarias y tienen que dar cuenta. Ellos, que son muy celosos, tienen muchos miedos y no se valoran, por eso buscan controlar a su pareja, a la que considera más débil».