Aquellos nueve veinteañeros zamoranos que pusieron la primera piedra de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente son hoy nonagenarios. Parece que el culto al Cristo hallado en la iglesia de la Concepción hace ahora setenta años les ha dado salud y larga vida. Siete de ellos presenciaron este sábado el homenaje contenido de una hermandad que «cambió completamente la Semana Santa de Zamora». Son palabras de Dionisio Alba Marcos, uno de los máximos responsables de aquella iniciativa que recuerda como si fuera ayer en una suerte de memoria recuperada, de acta fundacional viva.

Junto a Alba Marcos, Manuel Rueda, Leocadio César Peláez, Antonio Gago, Santiago Sánchez, Luis Salvador, Jesús García, José María Rubio y Emilio Prieto recibieron el aplauso de los congregados en la iglesia de San Andrés, a unos metros del Cristo Yacente que dio origen a la procesión del Jueves Santo.

El propio Alba Marcos recuerda que el desfile «no era lo fundamental, sino un complemento» del verdadero sentido de la hermandad, «los vía crucis cuaresmales que se celebraban» y que también cumplen siete décadas de vida. Entonces, el padre del actual hermano mayor halló en «una urna de la iglesia de la Concepción, la cabeza de un Cristo tapado por una sábana» y le trasladó la idea de impulsar el desfile a Antonio Alonso y a Ramón Amigo, «que me ayudaron a hacer la procesión». El propio Alonso le preguntó: «¿Será el Cristo bueno?», a lo que Alba Marcos no dudó en contestar un «Yo creo que sí». Somoza, el fotógrafo que hizo las primeras fotos de aquella imagen, corroboró rápidamente su impresión: «Es una obra magnífica», zanjó.

Y como en todos los inicios, había detalles que no casaban. «Como todos los pasos iban en mesas, cuando presentamos la imagen en andas, nos decían que se nos iba a caer el Cristo», recuerda Dionisio Alba, quien señala que algunos tacharon de «tremendo» que los hermanos recorrieran los Barrios Bajos en lugar de las calles más céntricas de la ciudad.

Aquella idea, incluida la posterior incorporación del Miserere, se ha convertido hoy en uno de los pilares de la Semana Santa. El cúmulo de anécdotas es insondable. Como ejemplo, la decena de sacerdotes que se ordenaron al hilo de la hermandad. Entre ellos, uno muy singular. «Era un belga protestante, que se convirtió al catolicismo y se hizo cura tras ver la procesión», apunta Dionisio Alba.

Setenta años después, San Andrés ha reunido a siete de aquellos nueve veinteañeros -los otros dos no pudieron acudir por su delicado estado de salud- que guardan de este sábado una lámina original sobre el Yacente realizada por los alumnos de la Escuela de Bellas Artes.

Nueva organización

Tras el homenaje, los miembros del Yacente celebraron el cabildo mayor ordinario, que supuso el paso definitivo a la convalidación de los estatutos de la fundación «Christus Yacens», un órgano que ayudará a «profesionalizar» la obra social de la hermandad, con un abanico de proyectos de marcado carácter ambicioso.