El nuevo presidente de la Junta Pro Semana Santa desconoce con qué apoyos cuenta en el órgano de cofradías, cuestión que medirá la próxima asamblea día 23. En lo personal, González Poza se muestra «muy respaldado» por su junta directiva, «sabía donde venía» y «no me ha sorprendido nada», después de tres meses al frente de la gestión. Entre las sorpresas esperadas, la actitud de «una parte de la sociedad» a la que «no le gusta que intentemos ser autosuficientes».

-¿Puede explicarnos, en términos sencillos, cómo se elabora el presupuesto de la Junta Pro Semana Santa?

-Las cuentas de la Junta se dividen en dos partes. De un lado, tenemos ingresos y gastos de carácter general. Por otro, tenemos los gastos nos generales y su partida de ingresos correspondiente.

-Detalle qué se incluye en cada una.

-En la primera de ellas, que podríamos llamar de servicios generales, incluye ingresos de las principales subvenciones que recibe el órgano, salvo la del Ayuntamiento. Es decir, Sociedad de Turismo, Diputación, Junta de Castilla y León o Eroski-Valderaduey. Se completan con el dinero que genera el Museo. Suponen la mitad del presupuesto -entre 105 y 110.000 euros- y sirven para sufragar gastos como los sueldos de las dos personas que tenemos contratadas para la gestión de la oficina y el Museo, los propios gastos de este edificio, además de la amortización de la panera de la calle Doncellas, que este año queda saldada con un desembolso de 11.000 euros.

-Háblenos de la otra mitad del presupuesto.

-Si la primera son gastos necesarios -no podríamos funcionar sin ellos- la segunda serían los «no corrientes». Es una partida de unos 115.000 euros que se consiguen con la aportación del Ayuntamiento -este año de 70.000 euros-, una aportación estimada de 25.000 euros de las cofradías y otros 22.000 euros de recursos propios.

-¿Cómo se consiguen esos 22.000 euros?

-Es una cantidad que nos hemos propuesto ingresar a través de recursos generados durante el presente año. ¿Cómo lo haremos? Mediante proyectos editoriales como publicaciones, con publicidad y con otros más novedosos de explotación que nos están ofreciendo.

-¿Y cómo va esta partida?

-Son proyectos que impulsamos nosotros mismos y otros que nos han hecho llegar empresas de fuera, porque no hemos contado con la colaboración interna de Zamora y parece que hay gente que no entiende que, en las circunstancias en las que estamos, tenemos que buscarnos la vida.

-¿Por qué se divide en dos el presupuesto anual?

-Es una práctica que se acordó tras los problemas que hubo en la Junta con Dionisio Alba como presidente. En aquel momento, tomamos la determinación de que la subvención municipal, esos 105.000 euros, deberían ir de manera expresa para el pago de bandas. De ahí que se estableciera en una segunda contabilidad, que se llamó «B», aunque ya hemos tomado la determinación de cambiarle el nombre para que no haya malos entendidos.

-Ya que menciona las bandas, ¿han cerrado ya la contratación?

-En efecto, hemos contratado ya las 42 bandas que tocarán la próxima Semana Santa, con un presupuesto total de 100.000 euros, cuando el año pasado fue de 113.000. Hemos logrado bajar la cuantía con lo que nos hemos ahorrado al no contratar la Banda de Zamora y reduciendo el caché de otras.

-¿Sigue pensando que las cofradías no pueden pagarse las bandas de música de su bolsillo?

-Debemos hacer una reflexión muy simple. La mayor parte de las bandas de música -31 del total de 42- actúan en 24 horas, el Jueves y el Viernes Santo. Es decir, que de los 100.000 euros, prácticamente 90.000 se los reparten tres cofradías: Vera Cruz, La Mañana y Santo Entierro. Sabiendo que los cofrades son de varias hermandades y que en una misma familia son varios los miembros que participan, la pregunta es: ¿Estarían dispuestos los zamoranos a pagar varias cuotas de 30 euros para poder costear las bandas? Si la respuesta es positiva, el problema de las bandas desaparecería. Para nosotros sería mucho más sencillo emplear las subvenciones sólo en restauraciones o en cualquier otra cuestión. Por ejemplo, la limpieza de los pasos, que nos cuesta cada año unos 5.000 euros podría cambiarse por el mantenimiento de las imágenes a través de Simancas.

-De hecho, el futuro convenio va en esa línea, ¿verdad?

-Sí, pongamos que ese mantenimiento -que sería adecuado en casos como el del Cristo del Amparo-nos cuesta unos veinte mil euros y lo hacen profesionales en restauración que nos garantizan la puesta al día de las imágenes.

-¿Se siente atacada la junta directiva del órgano gestor?

-Atacada no es la palabra. Sí he percibido malos entendidos por parte de un sector de la sociedad zamorana, que parecen espontáneos, pero que parecen intencionados.

-¿Siente el respaldo de las cofradías?

-No lo sé. Unas están a favor y otras en contra. En principio, lo que noté en la votación a la presidencia es que nos iban a dejar gestionar la Junta. El próximo día 23, en la asamblea general, veremos si nos apoyan o no en las cuentas.

-¿Se esperaba así la gestión de la Junta?

-Sí, yo sabía a lo que venía y lo que me iba a encontrar. He sido cuatro años vicepresidente y tenía conocimiento exacto de lo que supone la gestión en este órgano. No me ha sorprendido en absoluto ni me quejo. Es un cargo voluntario y yo estoy trabajando muy a gusto al frente.

-¿Se siente ahora más o menos fuerte que hace tres meses?

-En cuanto a los apoyos, cuento con el de mi junta directiva, que creo que lo puede hacer muy bien. En lo personal, llevo tres meses y me siento muy cómodo. Únicamente espero que los zamoranos se den cuenta de que la ciudad necesita la Semana Santa como motor económico. Por eso pienso que somos todos los que tenemos que colaborar para sacarla adelante.