Se topó con el orfanato casi por casualidad, cuando recorría con sus compañeros de Médicos del Mundo España los campos de desplazados en los que trabaja desde hace meses en Puerto Príncipe. Desde entonces, rehabilitar este centro donde cada noche duermen 80 niños y niñas huérfanos se ha convertido para la zamorana Silvia Montalvo Robles «en un proyecto personal, para intentar echarles una mano en todo lo que pueda, que no sea por no intentarlo».

Y en esta nueva aventura quiere incluir a todo aquel que desee aportar su granito de arena. «Yo ofrezco como garantía mi trabajo diario y mi experiencia allí», asegura. Para participar en este proyecto solidario Silvia ha abierto una cuenta (2096.0448.89.3903646600) en la que ya hay más de 7.500 euros.

Aunque la cooperante calcula que serán necesarios alrededor de 20.000 euros para llevar a cabo todo lo que tiene en mente, esté más que satisfecha con lo conseguido hasta ahora. «Con este dinero ya tenemos fondos para construir la cocina y las letrinas, que acaban de terminarse», confirma.

En la actualidad, los pequeños tienen que dormir en tiendas de campaña donadas en su día tras el terremoto «hacinados y con una humedad y temperatura insoportable. No son las condiciones de vida en las que un niño debería verse cada día», lamenta la zamorana.

Por su parte, la escuela del orfanato es un lugar entre vigas donde los pequeños van cada día a clase «sentados en tierra húmeda, sin luz ni apenas sitio para moverse, e improvisando unas pizarras sobre las vigas de madera, con un profesor voluntario que va cada día a dar clase», relata. «Ahora, con todo el tema de la epidemia de cólera, inundaciones y desastres varios que no dejan este país tranquilo me encuentro muy preocupada, pues los niños son siempre la población más vulnerable y débil», añade.

Tras el «triunfo» que ha constituido el poder dotar al centro de cocina y letrinas, el objetivo de la zamorana se centra ahora en «un comedor donde puedan cobijarse cada día los 400 niños que se reúnen a comer, literas y una estructura en madera que haga las veces de aulas para salir del agujero en el que están ahora», enumera.

Silvia Montalvo pretende contagiar su entusiasmo con este proyecto a muchos paisanos. «Espero que los zamoranos se unan a esta iniciativa y hacer así que un cachito de Zamora quede representada en este proyecto y en esta ilusión, porque todos juntos estamos haciendo ya enormes cosas», reconoce.