Con esta nueva realidad, «Zamora se queda como la única Semana Santa histórica de todo el país que aún se resiste a admitir a la mujer en igualdad de condiciones», apunta Botí. La responsable de la Federación recuerda que la integración femenina «comenzó en los años ochenta y, poco a poco, se ha ido extendiendo al resto del país», al tiempo que admite que Sevilla «era la que quedaba, después de que ciudades como Málaga, con alguna resistencia, diera el paso».

Con respecto a las cofradías de Zamora que mantienen el veto, Botí advierte que «es algo que no tiene ningún sentido, porque significa excluir a la mitad de la población», al tiempo que añade una realidad interesante: «Son muchas mujeres las que no han podido expresar su fe como querían durante todos estos años, y la Semana Santa necesita tanto de la aportación femenina como de la juventud para garantizar su futuro».