Las labores de restauración del lucillo sepulcral, situado en el primer tramo del muro sur de la Catedral, han permitido el descubrimiento de una inscripción en el exterior del arco que confirma que el arcosolio lo ocupó Lope Rodríguez, fallecido en el año 1402.

El texto, labrado en piedra a principios del siglo XIV, se aprecia parcialmente, ya que parte de la curva todavía está cubierta por mortero. No obstante, en estos momentos la actuación ya posibilita la lectura de «aquí yace Lope Rodríguez de Olivares, caballero alcaide del rey, oidor de su audiencia y que finó en...». «Es parte del mismo enunciado que aparece en el epitafio que se retiró cuando estaba cegado» el arcosolio, confirma el delegado diocesano de Patrimonio, José Ángel Rivera de las Heras, que asegura que «a lo largo del proceso de restauración, una vez que se quite el andamio, se retirará el resto de conglomerado para ver completamente la inscripción».

El responsable de Patrimonio de la Diócesis de Zamora detalla que «en aquella época era frecuente este tipo de anotaciones para saber quién era el difunto» a la par que atestigua que se desconocía su presencia «al estar completamente cubierto» el sepulcro desde el siglo XVII.

En el interior de este nicho, ubicado en el primer tramo de la nave meridional, a finales del pasado mes de septiembre, tras una prospección endoscópica efectuada en primavera, se descubrió la escena de la Transfiguración del Señor (representada conforme a los relatos evangélicos, labrada en piedra, dorado y policromado, datada en el primer tercio del siglo XIV y cuya autoría podría corresponderá a una extensión del taller de León), en el intradós, cuatro pinturas así como una escultura pétrea policromada y dorada, parcialmente mutilada que corresponde al arcángel San Gabriel y una ménsula de piedra del siglo XIV parcialmente pintada.

Los elementos pétreos ahora se exhiben en una sala en el Museo Catedralicio, mientras que el Cabildo Catedralicio ha apostado por costear íntegramente la restauración del arcosolio que representa un tema «empleado en el contexto funerario medieval de la región en el tímpano del sepulcro del Rey Ordoño II en la Catedral de León», según el historiador Rivera de las Heras.

El proceso, que hace unos días han comenzado dos restauradoras de Zamora, arrancó con la retirada de la capa de polvo. «De una manera lenta, con pinceles muy finos y pequeños, para que no se cayera nada», reconoce la experta Carmen García Villarejo.

Tras eliminar paulatinamente las partículas acumuladas han apreciado que «los cambios de temperatura y el haber estado tabicado» durante varias centurias han afectado al estado de la pintura. «Su situación es bastante peor de lo esperado porque está muy levantada y se sigue levantado», confirma García Villarejo. Para evitar que desaparezca el color las expertas inyectan «adhesivos con el objetivo de que penetre, se fije y no se caiga». Durante esta fase «tendremos que ir repasando en función de las necesidades que veamos e insistir en aquellas partes que lo precisen», asegura Nuria González. Además, las técnicas utilizarán una cámara para comprobar si el conjunto cuenta «con algún repinte que indicara si presenta varias capas de pigmentación y efectuarán «un análisis químico de los tonos empleados».

En cuanto a la reintegración, únicamente mitigarán los blancos. «Hay zonas en donde a la pintura le falta mucho, como en el intradós, y lo que vamos a hacer es tapar con tonos neutros para que no destaquen los blancos», detallan las expertas, mientras que el delegado diocesano de Patrimonio defiende que el sepulcro «quedará al aire para que la gente lo pueda conocer».