Compañeros de J.G.B., el guardia civil que está siendo juzgado por un jurado popular acusado de un presunto delito de cohecho, rehuían salir con él en las patrullas de tráfico, porque, como relató uno de ellos en el juicio se saltaba las instrucciones de los superiores sobre las carreteras que debían controlar. En la sesión de ayer del juicio desfilaron once testigos, y otro más lo hizo por vídeo conferencia, la mayoría de los cuales constataron que en Benavente era «vox populi» que había un guardia que quitaba las multas a cambio de dádivas, aunque ninguno de ellos lo vivió en persona, excepto dos, los principales denunciantes de los hechos ante la Guardia Civil.

Uno de ellos relató cómo el agente inculpado le paró en una rotonda próxima a la ITV de Benavente sin que llevara puesto el cinturón de seguridad. Le vio una cazadora de motero, de color rojo y con el anagrama de un club deportivo benaventano, y le propuso quitarle la multa a cambio de que le diera una igual. En un primer momento el ciudadano aceptó y acto seguido el guardia mandó a su hijo a la tienda a por la prenda. La empleada, que no sabía nada de la conversación mantenida por su jefe y el guardia, se negó a darle la cazadora al joven, alegando que había que estampar la prenda con el anagrama de la tienda.

Posteriormente se enteraría de lo sucedido por boca de su jefe, con quien estaba en la tienda pocos días más tarde, cuando apareció el propio guardia a por su dádiva, valorada en cerca de 200 euros. La empleada, por orden de su jefe, grabó la conversación con el teléfono móvil, mientras el agente reclamaba la prenda prometida, mientras el dueño de la tienda se negaba y decía que prefería pagar la multa. Todo esto sucedía en abril de 2008.

También declaró un viajante de ferretería, a quien el mismo guardia dio el alto por circular sin cinturón cuando salía de Benavente camino de León, y en esta ocasión le reclamó una lijadora, valorada en veinte euros a cambio de perdonarle la multa. El ciudadano aceptó y el guardia le facilitó su teléfono móvil para efectuar la entrega. El viajante llamó a una tienda de Benavente a la que surtía y le pidió que reservara una lijadora para el guardia, que nunca acudió a por ella.

El jefe del acusado relató otras historias que llegaron a sus oídos sobre el mismo agente, quien habría pedido en otra ocasión un cordero.

Durante el juicio comparecieron también como testigos dos vecinos del guardia, uno de ellos una persona que había tenido una pelea con el agente, que se dilucidará en un juicio de faltas el próximo mes de enero, y el otro la persona que salió a separarles, y que sospecha del agente como la persona que sustrajo unas planchas de encofrado cinco años atrás durante las obras de construcción de la vivienda.

El abogado defensor centró su estrategia en poner de manifiesto las contradicciones, tanto entre los testigos como entre lo que declaraban ayer y lo que habían contado con anterioridad, ya que algunas manifestaciones eran muy discordantes. Dirigió sus preguntas, asimismo, a conocer si la denuncia que se hizo en la Comandancia de la Guardia Civil de Zamora estuvo promovida por los propios mandos del cuerpo o personas de manifiesta enemistad con su patrocinado.