Trajes de época, oficios tradicionales y productos artesanos frente a vaqueros, teléfonos móviles e Internet. Las dos caras de la sociedad confluyen estos días en el casco histórico de la capital a través de su II Mercado Medieval «Ciudad de Zamora», que arrancó ayer ante la expectación del público asistente.

A las 17.00 horas en punto la actividad comercial y artesana cobraba vida si bien desde por la mañana los alrededor de 200 participantes ya habían instalado sus puestos. Aunque la Plaza Mayor, Viriato y la plaza del Claudio Moyano constituyen los puntos neurálgicos del Mercado, la decoración medieval y la actividad se extiende hasta bien entrada la Rúa de los Francos. Durante el trayecto se han habilitado urinarios públicos pensando en los participantes aunque también están abiertos al público en general.

Un atrayente olor a carne asada hipnotiza al caminante a su paso por la plaza del Claudio Moyano. Un cerdo asado es la carta de presentación y el prolegómeno a todo un abanico culinario al alcance de cualquiera. Chorizos, costillas y pollo pero también crepes, pizzas o comida tradicional despiertan los sentidos del público, que dispone junto a la Biblioteca de un amplio espacio para mesas y sillas donde degustar los manjares medievales.

La distribución del mercado este año en tres plazas permite un reparto más equitativo de los puestos y, por ende, genera más espacios para que el público pueda disfrutar de las actuaciones.

El transcurso de puesto en puesto cuenta cada cuarto de hora con actividades musicales y espectáculos que amenizan el paseo por el Medievo aunque no en todo el público despierta las mismas emociones: «Mamá.. me da miedo», le dice un hijo a su madre, escondido entre sus piernas, mientras un malabarista lanzaba por los aires varios cuchillos. «No pasa nada, hijo, está disfrazado», respondió la madre sin infundirle demasiada conformidad al pequeño.

La alcaldesa de Zamora junto a varios de los concejales del equipo de Gobierno no quisieron perderse desde el primer minuto la vida medieval en la capital, de ahí que visitaran uno a uno los puestos en compañía del precursor de la actividad, Jonatan Bores.

Las primeras compras de los zamoranos al mercado medieval han estado marcadas por «el elevado precio de los productos». Al tratarse de productos artesanales, en muchos casos, o creados ex proceso para esta actividad, en otros, justifican que su valor sea más alto del que algunos compradores esperan.

Aparatos de tortura, sopladores de vidrio, maestros canteros, expertos en trillos, cetreros y hasta el libro más pequeño del mundo son sólo algunos de los atractivos que sirven estos días para ambientar el centro histórico Zamora en plena Edad Media. El retorno al pasado concluirá el domingo por la noche, con toda una jornada de actividad que confirmará a Zamora como nuevo referente de los mercados medievales.