Elegían a sus víctimas en función de la suerte que hubieran tenido en el juego de las máquinas tragaperras. Cuando los afortunados salían del establecimiento en el que desafiaban al azar, estos dos jóvenes zamoranos les perseguían en su vehículo y emprendían una carrera con la que, en dos de los casos, trataban de «echar de la carretera» al vehículo que ocupaba el jugador. Su intención no era otra que robarles el dinero obtenido minutos antes. Los tres intentos de robo, por los que fueron condenados el jueves por el Juzgado de lo Penal a tres años de prisión, se produjeron los días 3 y 4 de marzo de 2007.

El azar, sin embargo, se puso en su contra y uno de los atacados, esta vez con un cuchillo y sin darle tiempo siquiera a subir a su vehículo, logró zafarse de la pareja de ladrones, a quienes pudo identificar porque actuaron a cara descubierta, e interpuso la pertinente denuncia.

La vinculación con otros dos intentos de robo denunciados no resultó complicada, puesto que la policía judicial disponía del número de las matrículas del turismo que usaban para perpetrar sus fechorías. En el primer caso denunciado, los dos zamoranos no solo siguieron por la carretera N-630 a un hombre que acababa de sacar un premio de una tragaperras, sino que realizaron maniobras para intentar que el vehículo se saliera de la calzada para poder llevar a cabo sus planes de robo. No lo lograron, pero lo volvieron a intentar con otro premiado, con idéntico método, también fallido. El tercer incidente tuvo lugar cuando abordaron a otra persona al salir del bar en el que obtuvo un «especial». Armados con una navaja intentaron atracarle cara a cara, aunque sus intenciones no llegaron a buen puerto.

El Ministerio Fiscal les acusó de tres robos en grado de tentativa: Uno con violencia e intimidación; otro, con intimidación; y un tercero, con empleo de armas, por el que exigía una condena de dos años y dos meses de prisión para cada imputado. Por los otros dos delitos, un año y cinco meses para cada uno de los sospechosos.

Pero la «grave adicción» de uno de ellos a las drogas y la enfermedad mental del otro -diagnosticado de trastorno límite de la personalidad- les ha servido para que la magistrada de lo Penal les aplique atenuantes muy cualificadas -tras un acuerdo entre el fiscal y los abogados de la defensa- y para que finalmente haya dictado una sentencia por la que cada uno deberá cumplir tres años de prisión (uno por cada delito cometido).

El fiscal no se opuso a la petición de los letrados de la defensa para que se sus pendiera la condena a cambio de que el drogadicto siga con el tratamiento de desintoxicación en el CAP u otro centro «que no podrá dejar sin autorización judicial, por un tiempo máximo de tres años». El otro imputado deberá continuar en el centro de salud mental donde está internado y no abandonar la medicación.

El Ministerio Público advirtió, asimismo, que ninguno de los dos jóvenes podrá cometer ningún delito en el plazo de cinco años, so pena de tener que cumplir los tres años de prisión a los que se les ha condenado. Precisamente ese será el plazo de concesión del beneficio penitenciario, cinco años.

Al negociar acuerdo con la acusación pública, no se pudo escuchar en sala a los dos procesados, que admitieron los hechos que se les imputaban. Asistieron en la sala de vistas a la lectura de las conclusiones de la Fiscalía y de sus letrados, que solicitaron la sustitución de la cárcel por las medidas de tratamiento; y conocieron en el momento la sentencia de conformidad por la que la jueza ordenó la imposición de los tres años de reclusión penitenciaria.