«Desconozco cómo debo vivir para que no les parezca mal a los Servicios Sociales y me devuelvan a mis hijos. Nunca he perdido la esperanza de recuperarlos y lucharé por ello toda mi vida, es lo único que tengo claro». Elisabeth Bras recopila sus últimos años de estrecho control por parte de los técnicos de Menores de la Junta de Castilla y León y concluye que «cada vez que lograba una de las metas que me ponían, me exigían una más, y una más...». Alquiló una casa, «no valía porque las escaleras eran peligrosas, las ventanas no eran adecuadas. Me mudé a un piso, era más caro» y los ingresos económicos los mismos, así que tuvo que mandar a sus dos niños mayores con los abuelos, «pero yo estaba con ellos igual, iba a buscarles al colegio; comían, estaban vestidos y atendidos. ¿Dónde está el desamparo?». Sólo pide que se reconsidere su caso, volver a sonreír junto a sus tres pequeños. Está «triste e infeliz, me acuerdo continuamente de ellos».