La cámara estenopeica, inventada por Leonardo Da Vinci, es el instrumento fundamental que el Museo Etnográfico ha escogido para sumergir a un grupo de niños en el mundo de la fotografía más tradicional. Según José Antonio Pascual, coordinador del taller, se trata de «una cámara totalmente oscura que filtra la luz por un pequeño orificio y genera una imagen». Para diseñar una réplica de este peculiar aparato los niños han escogido una caja de zapatos. El monitor describe el proceso como «divertido, porque los chavales lo hacen así».

En el taller los niños se dedican a forrar toda la caja de color negro con cartulinas y con pintura, para hacerla totalmente opaca a la luz. Después se hace un agujero calibrado con los instrumentos de los que dispone el museo y se tapa el orificio con una chapa de un bote de Coca Cola. Dentro de la cámara los asistentes colocan un pequeño trozo de papel fotográfico y se disponen a hacer la foto gracias al contraste de luz que entra por el agujero. Todo este proceso, a primera vista complicado, se ha convertido en un juego para los veinte niños que participan en el taller. El único problema es, según el monitor del taller, «el largo tiempo de exposición que es necesario para hacer la foto», ya que este puede alcanzar varias horas e incluso un día.

«Pero estos chavales tienen soluciones para todo», comenta Pascual. Y es que han convertido en un juego el largo tiempo de espera. «A ellos lo que les gusta es fotografiarse a sí mismos, por lo que intentan aguantar el largo tiempo de exposición delante de la cámara». El problema es que si se mueven un poco durante el tiempo que la cámara tarda en captar la imagen, esta sale borrosa y no sirve, por lo que muchos «han desistido y ya fotografían fachadas, que eso seguro que no se les mueve».

El taller se viene desarrollando en varias jornadas, ya que empezó el martes de la semana pasada y seguirá hasta el próximo viernes, cuando los niños podrán llevarse a casa la cámara que han fabricado y las fotografías que con ella han conseguido.

Durante los distintos días de la semana pasada los asistentes se dedicaron a «acondicionar» la caja de zapatos para que la luz no entrara de ninguna forma en su interior. «Un proceso largo, pero al haber muchos chavales se lo pasan muy bien entre ellos». Esta semana los niños ya han salido a la calle para hacer sus fotografías, «las suelen hacer de la estatua de Viriato o de la sede de la Diputación, que es lo más llamativo que hay por aquí».

Tras esto, los pequeños fotógrafos colocan la cámara en el lugar deseado y esperan a que se complete el tiempo necesario para captar la imagen con nitidez. El último paso es extraer el negativo de la caja y, en el laboratorio improvisado que los monitores tienen preparado a tal efecto, proceder a revelar la foto en positivo. «Es muy interesante que los niños aprendan como se hacía antes una fotografía, ya que ahora, con las cámaras digitales, todo este proceso está quedando en el olvido», apunta el José Antonio Pascual.

Y seguro que los niños agradecen el taller, porque el profesor no ha llegado aquí por casualidad. Se trata, como él mismo cuenta, «de un fotógrafo y profesor de formación profesional en Valladolid». Afirma que «he tenido gente desde los seis años, como estos chicos, hasta los 65. Muchas personas se acercan a conocer un proceso que se ha ido olvidando». El viernes, los niños podrán decir que han construido su propia cámara de fotos. Una generación más, la tradición sigue viva.