Zamoranos y visitantes, preparen las capas, estolas y túnicas, afilen sus espadas y saquen los escudos porque la representación del Cerco ha llegado a la ciudad. Este año no necesitarán caballos ni corceles, puesto que el recorrido itinerante ha sido sustituido por un escenario fijo situado en los jardines del Castillo.

La segunda edición de esta historia del siglo XII comenzó ayer y podrá verse todos los jueves y domingos hasta el próximo día 8 de agosto. La entrada es gratuita, la actuación comienza a las 22.30 horas y los versos de Bellido Dolfos, el rey don Sancho o doña Urraca vienen acompañados de dos novedades: la escena se desarrolla en un único lugar y la música es inédita.

En la inauguración de esta versión romancera y teatralizada, los asistentes tuvieron la primicia de ver la representación de la mano de la Banda de Música de Zamora, que interpretó las piezas de ambientación en directo.

La batuta de José Ignacio Petit dirigió a noventa instrumentos modernos para crear un marco antiguo, lo cual se consiguió gracias a Raúl Gama, un compositor zamorano que ha creado las partituras exclusivamente para El Cerco de Zamora. Los asistentes disfrutaron ayer de melodías con toques cinematográficos que daban cuerpo a las escenas, pues la Banda estaba situada al lado del escenario.

Hay tres platós, colocados a distintas alturas y las telas que los revisten son de los mismos colores que predominan en el juego de luces. Destacan así el verde, el rojo y el azul. «Se trata de darle una vuelta más a la lectura para aportar los toques contemporáneos que van en sintonía con el discurso de la ciudad y así mezclar lo medieval con lo contemporáneo», apunta Luis Javier Alonso, concejal de Cultura.

De entre los grupos de teatro locales, veintisiete actores forman el reparto y en cada actuación podrá verse a diecisiete. Muchos pertenecen a compañías como Achiperre o La Tijera, se mezclan los profesionales con los aficionados y la mayoría de ellos ya actuaron el año pasado. Manuel Pardal es el más joven, tiene 10 años y asegura que en un futuro le gustaría dedicarse al teatro como profesión. En la pasada edición hizo de juglar y en esta ocasión es uno de los hijos del rey, aunque afirma con rotundidad que el personaje que más le gustaría encarnar es el del Cid Campeador. «No sé porqué, pero nunca tengo nervios antes de actuar», aseguraba tranquilo unas horas antes del comienzo de la función.

La expectación por revivir una de las leyendas más famosas de Zamora viene desde la noche anterior al estreno, en la que una veintena de curiosos se acercaron hasta las inmediaciones de la fortaleza románica para ver cómo técnicos y actores ultimaban los últimos detalles, bajo la dirección de Juan Polanco.

La actividad, de sesenta minutos de duración, tiene sus orígenes en Medievalia y desde el año pasado está promovida por el Ayuntamiento de Zamora y la Sociedad de Turismo.

El verano más de 7.000 personas disfrutaron de estas obras teatrales, según datos de la organización y se espera superar el número de visitantes, los cuales pueden ser tanto zamoranos como visitantes; los primeros porque la escenografía será atractiva incluso para aquellos que ya conozcan su historia o ya hayan visto la función otros años y para turistas porque el producto está adaptado al siglo XIX. Dejen el caballo en casa, pero no olviden los aplausos; es el complemento que más van a usar cuando vean El Cerco de Zamora.