Entre dos amores ha transcurrido la vida de Ana Martín Santos y Julio Fuentes Fariza. Ambos han tenido que compartir su cariño entre la tierra que los vio nacer y aquella que ha sido su hogar durante los últimos 50 años.

Nacieron en Almeida de Sayago pero el destino quiso que se conocieran a miles de kilómetros en la ciudad de Buenos Aires a dónde llegaron junto a sus familias para labrarse un futuro mejor. Sin embargo, nunca olvidaron sus raíces y por ello la pareja cada vez que puede regresa a Zamora para reencontrarse con su familia y con sus orígenes.

Ana Martín cuenta que, por esas casualidades de la vida, su madre Teresa Santos nació en Argentina aunque vivió en Zamora desde los tres años. «Mis abuelos eran zamoranos pero vivieron 9 años en Argentina y fue entonces cuando nació mi madre. A pesar de que ella creció en Zamora su deseo fue siempre el regresar su país natal y después de casarse con mi padre, Julio Martín, lo convenció para viajar allá así que el año 1950, cuando yo tenía 9 años, partimos hacia Buenos Aires a emprender una nueva vida. En Argentina nacieron mis dos hermanos José Manuel y Antonio que, a pesar de ser porteños igual sienten un gran apego por Zamora e incluso han venido a conocer Almeida porque mi padre siempre nos inculcó a todos el amor por el terruño».

La historia de Julio Fuentes también está marcada por la emigración. «Mi padre se casó dos veces. En su primer matrimonio tuvo tres hijos y en el segundo ocho más, entre los cuales me encuentro yo. Mis tres medio hermanos mayores se fueron a vivir a Argentina y en una ocasión que vinieron a Zamora de paseo me convencieron para que yo también me fuera a vivir allá. Aquí estábamos viviendo una época muy pobre y éramos muchos miembros en la familia así que con 25 años, después de haber hecho el servicio militar, emprendí el viaje».

Las familias de Ana y Julio se conocían de Almeida y esa amistad continuó en el Nuevo Mundo. «Yo quería casarme con una zamorana así que le pedí permiso al padre de Ana para llevarla a bailar a una fiesta de carnavales, nos gustamos y nos enamoramos», cuenta Julio.

En 1963 se casaron y de su unión nació su hijo Marcelo Alejandro que les ha dado a Julio y a Ana dos nietas Martina Alejandra y Carolina Sofía.

Aunque eran felices con la familia que habían formado y la vida que tenían en Buenos Aires Julio y Ana cuentan que sentían que les faltaba algo: «En el desarraigo se sufre mucho», puntualiza Julio.

«A pesar de que estábamos muy bien integrados en la sociedad y las costumbres argentinas en cierto modo seguíamos sintiéndonos extranjeros. Recordábamos constantemente Zamora y todo lo que dejamos atrás», sostiene Ana y Julio añade: «Yo echaba de menos todo, las costumbres de Almeida, el clima, la comida de Zamora y muy especialmente a mi familia porque aunque poco a poco y con el tiempo de los 11 hermanos que éramos 9 vivíamos en Argentina otros dos se habían quedado en Almeida».

Por todo ello es que la pareja decidió empezar a ahorrar y a planear el viaje para volver a Zamora. Un sueño que finalmente pudieron cumplir el año 1993.

«El que más ilusión tenía en el regreso a la tierra era mi padre. Aunque llevaba viviendo en Argentina más de 40 años no había un solo día en que no se acordara de Almeida. El hubiera querido regresar a Zamora a vivir pero mi madre nunca quiso. Por eso cuando mi marido y yo empezamos a planear el viaje a España mi padre no dudó en decir que nos acompañaría a pesar de que en aquella época tenía 83 años» cuenta Ana y añade: «Mi padre gozó como un chiquillo y se emocionó hasta las lágrimas cuando volvió a poner los pies en suelo zamorano. Y el reencuentro con sus hermanos fue muy lindo, muy emocionante. Para él fue una alegría enorme volver a Almeida y decía que ya no quería regresar a Buenos Aires que se quería quedar a vivir sus últimos años en Zamora».

Por su parte Julio cuenta que volver a la tierra que lo vio nacer fue un sueño hecho realidad: «A pesar de que había pasado mucho tiempo recordaba todo como si me hubiera ido ayer. Encontré el pueblo muy lindo y cambiado porque cuando yo me fui no había luz, ni agua, ni asfalto así que todo estaba mucho mejor y más bonito».

A partir de ese primer viaje que ambos califican como «inolvidable» Ana Martín y Julio Santos hicieron el propósito de regresar a Zamora cada vez que pudieran. Y así lo han hecho. Hace poco culminaron su cuarta visita a estas tierras y esperan que «no sea la última».

«En Almeida nos sentimos realmente como en casa. Los dos tenemos familia aquí y aprovechamos nuestra estancia para estar con ellos. Nos gusta venir para la fiesta de San Roque para poder participar en la romería, ir a los toros, a la procesión y disfrutar de todas esas costumbres que tanto echamos de menos cuando estamos lejos», cuenta Ana Martín.

«Desde Argentina tratamos de mantener los vínculos con Zamora, nos mantenemos en contacto con la familia por teléfono y somos socios del Centro Zamora de Buenos Aires pero no es lo mismo que estar aquí así que esperamos poder volver siempre», puntualiza Julio.