Los que tuvieron cerca a Manuel Fernández Álvarez son unánimes en su primera reacción al fallecimiento en Salamanca, como consecuencia de las complicaciones derivadas de una intervención quirúrgica, de este profesor, historiador y escritor «que no pasó de puntillas por Zamora», según señala José Carlos de Lera, archivero del Obispado y uno de sus alumnos en el Colegio Universitario de la capital, del que Fernández Álvarez fue fundador en el año 1976. Todos los que le conocieron recuerdan el entusiasmo que le producía su mayor pasión, la historia moderna, y destacan su carácter afable y cordial, y «esa jubilación activa y llena de unos éxitos editoriales bien merecidos, que eran el poso de tantos años de trabajo y la aplicación de unos conocimientos madurados durante toda una vida», explica Miguel Ángel Jaramillo, director del archivo de la Universidad de Salamanca, aún con la impresión de una noticia recién recibida y retener aún la última imagen del historiador, «me he cruzado hace dos días con él por la calle y no me lo esperaba, es una pérdida muy importante para la universidad».

Creador, impulsor y director del Colegio Universitario desde su fundación hasta 1983, Don Manuel Fernández Álvarez, como lo recuerda su alumno y hoy historiador, José Andrés Casquero, le atribuye el mérito de que Zamora saliera del ostracismo de aquellos momentos, en los que carecía de cualquier vinculación con instituciones académicas superiores y todos los estudiantes tenían que salir fuera. «Las carreras universitarias que hoy tenemos en Zamora, de alguna manera se lo debemos a su trabajo, con el que consiguió iniciar la relación de la Universidad de Salamanca con Zamora, que antes era nula», explica Casquero, que califica a su mentor como «uno de los últimos representantes de una generación irrepetible de historiadores, que estaban continuamente en contacto con los documentos y dedicaron muchas horas de su vida al trabajo». También ha dejado huérfana en Zamora, donde el profesor Fernández no tenía más vinculación que la de su etapa de docente, a la revista de estudios locales y regionales «Studia Zamorensia», que vio la luz en una provincia que nunca antes había contado con una publicación universitaria especializada, «un acierto, que fue el medio de expresión de muchos nuevos historiadores que empezaban en esa época», recuerda Casquero, uno de esos expertos que comenzó su andadura entre las páginas de una revista que sigue publicándose en la actualidad.

Su entusiasmo por la historia moderna y la pasión que ponía en sus clases le granjeo durante toda su vida el respeto y el cariño de sus acólitos, «recuerdo que en mi curso éramos muy revoltosos, pero logró conectar con nosotros, además conseguía como nadie incluir en sus clases a todos los alumnos, los más políticos y los menos», rescata de la memoria el actual director de la Uned en la capital, Juan Andrés Blanco, que se lamenta de que el profesor haya muerto sin recibir el premio «Príncipe de Asturias». Muy cercano, afable y cariñoso, «un profesor que enseñaba con pasión, le gustaba transmitir y siempre tenía una puerta abierta para sus alumnos y los que ya no lo eran», explica de Lera.

Los que ahora solo pueden recordarlo se afligen por «una pérdida irreparable. El alma mater del Colegio Universitario, que hizo posible su etapa de máximo esplendor gracias a su trabajo, y a que convenció a los políticos para financiar lo dos primeros ciclos de las Licenciaturas de Geografía e Historia y Filología», comenta afectado el presidente de la Asociación «Benito Pellitero». Eduardo Velasco.

Sentidos epitafios para un maestro que amaba la historia de la que ahora, él formará parte.

Madrid (1921)

Profesor, historiador y miembro de la Real Academia de la Historia, Manuel Fernández Álvarez es considerado como una de las máximas autoridades en el conocimiento sobre la Edad Moderna, una época a la que dedicó un buen número de estudios, como el de «La sociedad española en el Siglo de Oro», con el que consiguió el Premio Nacional de Historia en 1985. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid, consiguió el título de doctor por la Universidad Central con una tesis sobre Felipe II e Isabel de Inglaterra y de doctor por la Universidad de Bolonia. Fernández Álvarez desarrollo su profesión de docente como catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Salamanca desde el año 1965, y entre sus logros se cuenta la fundación del Colegio Universitario de Zamora en 1976 y diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Historia de España o los numerosos galardones derivados de su obra a cerca de los estudios del siglo XVI, fruto de los cuales son sus obras magnas «Carlos V, el césar y el hombre» (VI Premio Don Juan de Borbón al libro del año), «Corpus documental de Carlos V», o «Cervantes visto por un historiador». Miembro de la Real Academia de la Historia e investigador del CSIC, también fue Académico de Mérito de la Academia Portuguesa de Historia, profesor emérito de la Universidad de Salamanca y del Colegio Libre de Eméritos. Escribió dos novelas históricas «El príncipe rebelde» y «Dies irae», que han recibido el aplauso unánime de la crítica y de los lectores.